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1 r^ rinacjHnun uiDnMnii^s
lililí'' I' l'íi lililí II'' l'll'i'l
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II REPÚBLICA.
JUSTICIA Y VERDAD.
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MI REPÚBLICA.
POE JÜAÍÍ ESPINOSA. /
A todos 7 ¿ nlnguio
mig adTertendas tocan)
QHlen las siente, se cnlpay
£1 que no, qne las oisa«
Sriarte.
JUSTICIA Y VERDAD.
4
/
NUEVA-YORK. •/:-.:••,
1864.
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THE NEW YORK
PUBLIC LIBRARY
737361
ASTOR, LENOX ANO
TttJDEN FOÜNDAT«D#^
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A9TEBTENCLL
O* CuAiíTO el siguiente escrito contiene, es la pura verdad.
"^ Cada aserción está basada en uno 6 mas lieclios-consumar
4- dos, que pertenecen al dominio público, y que tendrán
^ que pasar á lahktoria.
f^ M autor lifltemdo en sa mente esoglecliod y lia si^^
¿ mido los nombres personales: si con todo se le conmina
á presentar sus pruebas y ejemplos, es muy capaz deba-
cerlo : hace mucbo tiempo que mira en menos su existen-
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TI
cía para que lo intimiden los peligros y amenazas, y ama
mncho á sus conciudadanos para no sacrificar á su diclia
futura cuanto un hombre pueda en su pequeña esfera.
No hay duda que el cuadro que presenta es oscuro;
pero mas oscura es la realidad, y tanto, que no habría pin-
cel que se atreviera á retratarla en toda su horripilante
deformidad.*
Por líltimo, si este amargo escrito, que sin duda causa
mas pena al autor que al lector, logra contener los abusos
de la arbitrariedad y abrirlos ojos del mimero no escaso
de hombres buenos que aspiran á la felicidad de su patria,
el autor, ¡ lo jura ! morirá contento, aunque sea execrado
por la presente generación, en la que existen los actores
de tanta falta como descubre.
La República que ha trazado con fidelidad, existe, y
existirá todavía mucho tiempo, para dar testimonio fide-
digno de que lo que se va á leer, es una triste realidad.
I Y le echan á los pueblos la culpa de las revoluciones 1
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MI SEPÜBLICA.
Juigsd eomo os agnde, AtenStiiMt;
smpontiniu
, peio no puedo ampentiñns di mi eondnets
nleamUarlft— S6
EXORDIO.
Jl LATÓN forjo su República en la candente fragua de su,
imaginación^ i sus contemporáneos se la tacharon de delirios pro-
pios de un poeta estrafalario.
Los Griegos, no menos estrafalarios y poetas que Platón, for-
jaron las suyas, en las que, en unas se desterraba al hombre
virtuoso, que á fuerza de mérito se habia hecho peligroso á la
República, j cuyaC influencia era pesada $ los conservadores de su
conveniencia privada, y á la turbamulta ; y en otras se azotaba á
los muchachos, para enseñarlos á sufridos, y se enseñaba á robar
á los hombres, á fin de que se hicieran astutos para la guerra.
Los^Romanos fundaron la suya, empezando por robar á los
Sabinos sus mugeres, y resistir después el empuje de estos, que
para vengarse apelaron á las armas,— única lógica contra bandi-
dos. Mas, las Sabinas, como todas las mugeres del mundo, dóciles
al hábito, y apasionadas á los primeros cariños del hombre, se
hicieron pronto con sus raptores, y se interpusieron entre los
combatientes, persuadiendo á sus antiguos esposos á que no pe-
leasen por tan poca cosa ; y estos, convencidos de sus razones, se
dejaron de pleitos por faldas, con grande aplauso de todos los
mansos de su tiempo. Los Romanos se dieron después mui buenas
leyes, que mientras se observaron escrupulosamente, los hicieron
dueños del mundo conocido ; y cuando las relajaron, cayeron en
una vergonzosa esclavitud, de que aun no se pueden levantar.
¡Y basta de Romanos!
Los Franceses (y perdone el lector el salto, porque la vida es
cortái i es preciso andar a trancos largos) los Franceses forjaron
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Tin
un celemín de Repúblicas, después de haber empezado por donde
empezamos todos: por la imitación. Pero cuando todavía estaban
empezando á forjar Repúblioa» galo-griega», galo-romanas, y
hasta anglo-galas y gaíoHiviññ», en bdsea de ufia perfecta, vino
un coloso de cuatro pies 7 medio de altura 7- se las tragó todas.
Volvieron^ medio siglo después, á querer forjar una nueva,
ele estas tres bellas proposiciones : libertad, igualdad 7 fra-
ternidad ; juntaron los mas bellos metales para fundir la esta-
tua, que salió también muy bella ^ pero un pariente de aquel
gigante que se tragó las primeras Repúblicas, entrando en la liga
republicana, se cenó la última, 7 de la estatua hizo fundir milla-
res de cuervos para sus legióueá, quedando la epope7a republicana
para ser cantada por los mejores poetas de su tiempo. ¡ Oh La-
martine I Oh tantos. que habéis sido lof Horneros y Aquiles^ al
mismo tiempoi de vuestras hazañas t Cantad! cantadl hasta que
cerréis el pico !
Y pues que se han forjado tantas Repúblicas en el mundo,
i por qué no he de forjar 70 también la mia, tomando para elk>
un gran pedazo de tierra, del cual pueda salir una, que en nada
se parezca á las hasta aquí creadas ?
Mi República será> pues, una República única en su forma y
construcción ) una República sui generü^ 7 tal, que sea inútil
andarle buscando su parecida en el universo, porque xu> se le en»
cobtrará»
Mi República estará situada en el Asia, entre loa 65 y 80*
longitud oriental del meridiano de Paris, y los 5 7 SO® latitud
norte \ (si falta tierra se suplirá con agua) de suerte que será
una República ouadradap como un tablero de Ajedrez^ ccm su
rey 7 reina : el rey no saldrá de sus casillas por temor de perderse»
la reina andará por todas las calles % sus cuatro alfiles para la
Iglesia» que irán siempre por la diagonal j con sus ouatro caba«>
llos» que serán los ministros, y andarán á saltos y de través \ sus
cuatro castillos para la defensa, y multitud de peonea de camazai
Para que el tablero de mi República esté completo, tendrá un
x&yj una/eina ocultos»
Esto supuesto, basta de preámbulo, y al grano, lectores, que
estoy de prisa, nó teniendo asegurado el dia de mañana para acabar
mi obra.
LAügDBO*
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DEDICO ESTE E8CKIT0
AL ILVSTBE GENERAL GRAlf ADINO
JOSÉ HILARIO LÓPEZ,
COMO AJL FUNDADOR
OE LA LIBERTAD CIVIL Y DE LA ÜEMÜCRACIA
DE LA AMÉRICA DEL SÜE.
JUSTICIA T TERDAD.
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MI REPÚBLICA.
Donde la leí no impera, la sociedad
86 desorganiza.
liibertadt
IHsnidaaX
Dereclftosl
¿Dónde estáis?
FODEBES PÚBLICOS.
CAPITULO I.
EJECUTIVO.
ELiinico poder admisible y efectivo de mi Eepiíblica
será el poder del que mande como Presidente de ella:
todos los demás, que por moda se llamarán poderes, estarán
sujetos a este.
El poder de los podeifes se llamará I^ecutivo, y será el
dispensador de todas las gracias, sometiendo con ellas á
todos los otros poderes sociales.
El I^^cutivo dará y quitará los empleos, trasladará á
donde menos le convenga al empleado que no le degusto
en todo, y dirá en segmda que lo hace pro bono público.
Manejará las rentas del Estado á su antojo, naciendo
regalos á quien quiera; y aunque se forje por los legislado-
res un apunte de gastos, que se denominará presupuesto,
él gastará las rentas sin sujeción al tal presupuesto, seguro
de que nadie le ha de tomar cuentas, presupuesto, Cons-
titución, &c, habrá solo en mi República, para que no se
diga en el exterior que están muy atrasados mis republi-
canos.
El I3^^*lvo hará la paz 6 la guerra, según le convenga
en la semana^ y aun cuando esté en paz con todo elmun<K>,
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12 —
tratará de enredar á sus vecinos para que haya guerra, y
ser él el arbitro de la paz; 6 para que, en el caso de que
le llagan la guerra por esto^ alguno de los vecinos medie
entre él y el agraviado^ moderándose alternativamente
arrogante y oficioso, insolente y débil, ruin y pródigo para
comprar á fuerza de dinero los términos menos humillantes
en los convenios de paz que firme por partida doble; es
decir, uno para ser publicado y otro secreto.
EL]^ecutivo se hará presente en todas las cortes, por
medio de enviados de primera clase, á quienes les dará
,comisiones que les valgan fortunas colosales, á costa de la.
nación, que jamas sacará la cuenta de lo que le hayan cos-
tado media docena, no mas, de sus embajadas, tanto en
honor como en crédito y caudal perdido^.
Cuando el Ejecutivo, de puro medroso, se asuste de la
enormidad de sus descarrios, ocurrirá á los demás cuerpos
coligados por autorización^ para seguir haciendo lo que
quiera, y aprobación de todo lo que ya haya hecho : la pri-
mera se le dará sin límites, y la segunda será un voto de
confianza, de doble extensión al pantano en que se hubiere
metido.
El Ejecutivo, en mi República, tendrá entendido que
el poder que ejerce sobre la Nación, equivale al arriendo,
por tantos anos, de una hacienda, en la que puede hacer lo
que guste, con menos limitaciones y responsabilidades que
en los arriendos de particular á particular, ^i donde sue-
len hacerse inventarios de los^nseres, y estipularse la
obligación de entregar la hacienda en el estado en que se
ha recibido.
El Presidente de este omnímodo poder, presentará el
dia de su inauguración un pomposo programa de la&tura
marcha administrativa de la Repiiblica, que dejará á to-
dos absortos, y hasta sus mismos contrarios dirán : '^ Si ha
de gobernar así,que sea, enhorabuena, nuestro Presidente.*'
Este pro^amaserá escrito por un joven de 22 años, de una
ímagmacion poética, de una alma Uena de candor y buenos
deseos, de ^ego patrio, de aspiración a la suprema
felicidad social ; y el Presidente, que lo firmará y ordenará
su impresión, para que se reparta con lujo, apenas lo har
brá oído leer una vez con atención, sin curarse de sú cum-
plimiento, y sin volver á recordado después de leído al
Congreso, r or supuesto que los chasqueados serán aqué-
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— lí —
Uos qne creyeron par tm momento que minéi programa
era obra suya, que contenia sus ideas gul;>enmtiya«,y que
habia hecho propósrito de cumplirlo : de e»to8 habrá mu-
chos, porque el niimero de Ion tontofif es infinito.
Deepue» de leido el programa, que le habrá repartido
imprefto con profosion, preetará nuestro Pre«iidente d so-
lemne juramento úq guardar y hacer guardar la Comt>
tuáon V las leyes del Estado: juramento que cumplirá
hadenoo guardar la Constitución biyo de Uave, y que no
m hable mad-de ella,
Bi Timáramos en loe tíempoe en que Pios hacia hablaar
á loe burros, y rebuanará loe hombres, ó mugir con^iiv
tiéndolos en toro», y condeneee á todo» Jos jetes de nar
don perjuros á rebu;mar cada vez que quisiesen hablar,
deepuee de habijr faltado al juramento solemne que In-
d^ron, el recibirse del mando, de respetar lee leyes patrian»
estamos seguros que de uno á otro polo no se ouia mai»
que rebmmos de alta categoría; pero ninguno mas sonoro
que el del amigo Luis Napoleón: este fué el imperaior de
ios rebuznos- i^ qué rincón del globo no se habrá oido?
El Presidente de nd Bepiiblica, condenado á este sur
piído, no podría ni pedir pan; un suspiro, tm bostezo, la%
menor inteijeceion seria un rebuzno de escsJa, de diapar
son completo; porque no solo faltaró al juramento de iuan-
gurfu^icm, sino que lo falsificará todo. Berá demócnrata
decorado, lo que se llama demócrata á todo trapo, esta
grande, y autorbar4 protegerá y fomentaró las sodeda-
des secretas que tíendaná destruir todas las instituciones
republicanas, y establecer las monárquicas; con el mas
estiíjádo egoísmo por añadidura. Dará en público órde-
nes para no admitir en sn territorio á los Jesuitaa, y h»
hará venir bajo cnerda para que establezscan hasta logias
sanfedistas, que no tienen otro objeto qne destruir las ins-
titudones liberales délos pueblos, y sostener el d^potis-
mo de los monarcas absolutos.
El Presidente de mi B^^públioa creerá que él solo go-
bierna, que él es el firobi^mo de la ]yradon,y á sus minis-
troe los nñrarácomo á simt)les amanuenses, destinados á
redactar sus órdenes. Según este concepto, en mi Repú-
bliea serán sinónimos Presidente y Gobierno : el Gobierno
irá al teatro (ásn palco de Gobierno) ; el Grobiemo se pa-
seará, ó estará bañándose, e<Hniendo, durmiendo ^ jugando
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— u —
(lo cual podrá'snceder muy bien), ó haciendo otros me*
nesteres naturales.
Los Ministros del Presidente de mi Repiíblica, si acaso
saben masque el Presidente, se empeñarán en persuadirle
de lo contrario, de que ellos no son mas que candiles, cuan-
do Su Excelencia es una gran farola ; * pues S. E. debe ser
tan superior en inteligencia á sus Ministros (aunque sea
un Iroquez), como lo es un europeo á un botentote. Los
Ministros de mi República serán todos unos botentotes.
La Presidencia en mi República se obtendrá por elec*
cion popular indirecta. Esta elección jamas será hecba
por la gente decente ; esto es, por la gente que tiene algo,
que vale algo, que algo representa en la sociedad; porque
de esta gente no se conseguirán doce sufragáneos en cada
parroquia : el artesano no quiere dejar su taller por ir á
votar ; el hacendado 6 chacarero su hacienda o chacra ;
el propietario sus sofás y consideraciones de dentro de ca-
sa, para ir á hombrearse con el bajo pueblo, y exponerse
tai vez á que de una trompada le rompan las nances ; en
este mismo caso se halla el empleado y todo el que tiene
una posición social hecha ; de manera que la elección que-
• dará abandonada á la plebe, encabezada por unos cuantos
que aspiren á adquirir esa posición social que les 'falta ;
gente perdida, arruinada, viciosa por lo común, y que
estijJula, antes de meter el hombro á una candidatura, el
precio de sus fatigas y riesgos. La elección popular del
^Presidente de mi Kepública queda reducida á que la par-
te mas abyecta del pueblo impone á la sociedad entera
un mandatario, que habrá comprado á la plebe sus sufra-
gios por unas cuantas botijas de chicha 6 aguardiente, y
algunas promesas de empleos y negocios que nunca le fal-
tan al que gobierna el Estado. Así el Presidente, que sar
be á quién debe el puesto, atenderá á sus partidarios, y
que los demás ciudadanos se contenten con que no los
persigan.
!m cada Presidencia nueva, en mi República, surgirá,
pues, de lo mas vil de las poblaciones, una nueva dmas-
tía, que irá agobiando con su enorme peso á la sociedad,
* Histórico. El Ministro qne dijo esto á tm Bupremo improvisado en un
motín, confesó con mucho candor que había estado conspirando siete afios contra
el orden público, por lograr que se elevara esa Gran Farola» al lado de la cual él
era un farolillo ; menos- el candil de un ermitafio. Este conspirador llegó á ser
ministro de un Gobierno legal, y desterró ásuscou^iudadanos poroonKpiradorea^
sin probárselo.
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►gíe
— 16 —
dando ttn prodigioso incremento á todos los vicios y bajáé»
pasiones, qne fermentan en los pantanos de corrupción
en que se na criado. Esta gente de cuchillo, garrote y tra-
buco, será la que haga la elección de Presidente de la
Repiiblica; elección que no solo será popular, sino po-
puladla.
No siembre será de rigor, para obtener el Supremo
mando en mi Repiíblica, esperar la elección, que se llama
irónicamente de los pueblos.
Cualquier ambicioso descarado puede proclamarse
Dictador, Director, Jefe Supremo, &.', declarándolo -en
estos li otros términos:
JuiíAir, &.' &.• &.•
Atendiendo á que ha sido preciso, por el imperio de las
orRomraTANCiAS, y por' las urgentes necesidades de la pa-^
tria^ deponer del mando Supremo de la República, que
ejércia (fulano de tal) ; y considerando, que para dar mo*
vimiento administrativo á la Nación, y conservar la marcha
que la corresponde, es necesario organizar el Gobierno que
ha de subrogar al depuesto ;
DEOEETO :
Art. 1.® Me encargo del Poder Ejecutivo de la Re-
publica, mientras termine la guerra civil que ha suscitado
el General (tal), y mientras se convoque la Representación
Nacional.
Antes de pasar al 2.'' artículo, se me permitirá hacer
notar, que no puede haber cosa mas racional y lógica, en
una Eepiíblica como la mia, que sublevarse un General
contra el Gobierno legítimo para castigar la rebeldía de
otro General, que acaba de hacer otro tanto. El decreto
aue copio corre en registros oficiales con la fecha que este
eva, y esta copia es fiel hasta en sus defectos de redacción.
Art. 2.® Este decreto se pondrá en ejecución, y será
autorizado p(yr el Fiscal de la Corte de. . .. Don Micaela
el Picaro, á quien nombro de Ministro general, mientras
se organizan debidamente los respectivos Ministerios.
Dado en la casa de Gobierno, álGde agosto de 1842.
Julián Boeeioo.
Por orden de S. E, Micaela el Picaro.
Modelos de esta clase, abundarán en mi Bepública.
Otrod se investirán (y^no faltará quien se embista) del
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Supremo xoimdo, em tónniíioB wm cortod, como ortoe, por
í^emplo :
OÓ^rDJIBAífDO:
Que es ominosa la actual Administración, y (juq e^ uji
deber de todo ciudadano derrocarla ;
Me invisto del Supremo mando de la KepiíbKca, con
el título de Director, y la suma del Poder publico, mien-
tras reúno el Congreso que dé á la Naciou una existencia
análoga á sus altos destinos.
Pado, &.• Pedro Pei>kaza.
Por orden de S. E, Tiburcio Tirabeque,
En seguida tiraré otro decreto ordenando que, todo
empleado mblico le preste juramento dejidelidadi obe-
diencia á lo que mandare. Para entonces babrá %o^yU^qjx
jni República algunos qua se resistan á pasar por i^t^
nueva numillaxjion.
Con decretos así, cualqnier quídam puede proclamar-
ge Presidente de mi Kepiíblica, y aborcar ó fuailar á su3
conciudadanos por anarquistas, á nombre de la legalidad
de su origen ; sm que se escapen los que no quieran obe-
decerle por ilegal, 6 aqueUos^ mismos que lo ayudaron á
escalar el puesto.
Para autorizar esta espeditiya manera de alzarse cpn
el poder, nunca faltarán hombres de probidad, incorrup-
tibles y escrupulosamente apegados á la ley : hombres de
orden en tiempo d,e órdén, revoltosos en tiempo de re-
vuelta; pilotos que navegan viento en popa, sm curarse
é, dónde va la nave. Después de autorizar esos decretos, y
de ser ministros del primer usiirpador del mando, segui-
rán estos siejido la confianza de los Gobiernos constitu-
cionales, y perseguirán por anarquistas á los que no qui- ^
sieron reconocerlos cuando ellos lo eran.
U Ejecutivo, en mi Repiiblica, tendrá la facultad de
le^lar sobre la. ley, ampjiandola 6 restringiéndola, segim
le convenga, dando por regla general un decreto que anu-
la una ley, supliendo por este medio, sin molestar á los
Legisladores, las omisiones 6 descuidos del Congreso. Un
Mimstro dirá a un Administrador de correos :
"Aunque la ley de imprenta no dice nada de estafe-
^tfls, 8t E. dispone que todo impreco denunciado, que
-^ caiga por esa Admixii^rflcion, lo recoj a U@. y lo wm^
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— 17 —
"á la Intendencia^ y que todas las oficinas de su depen-
*' dencia tengan esta orden por regla general^ para q^os
" de la naturaleza del presente.**-(Primer decreto de un
Ministro muy demócrata -1851.)
De este modo se facilita admirablemente la marcha
gubernativa del Estado.
El Presidente de mi República, como una muestra de
su respeto á las instituciones democráticas, cuando le dis-
guste un escrito impreso, hará llamar á Palacio al autor,
Ícon anuencia de un Ministro, le formará una especie de
urado de imprenta, empezando por preguntarle si él ha
escrito aquello, siguiendo por interpretárselo á su antojo,
y acabando por amenazarlo con la cárcel, si es simple ciu-
dadano, ó la pérdida de su empleo, si es empleado. Estas
lenitivas penas ó amenazas, solo tendrán lugar en épocas
normaos y de orden constitucional; mas cuando un cau-
dillo, de esos que se alzan con el Supremo mando, para
hacer la felicidad de la patria y es ofendido por la prensa,
el escritor corre mucho riesgo de ser azotado en un cuar-
tel, á fin de corregirle sus errores de concepto, y demos-
trar, de un modo triunfante, la sinrazón del escritor y ía
acrisolada justificación del Supremo mandatario.
Los subalternos del Poder Ejecutivo imitarán estos
bellos y republicanos ejemplos.
Como el Poder Ejecutivo estará en posesión de hacer
gracia y negar justicia, al que reclame su indulgencia le
concederá lo justo y lo injusto ; mas al que solo se apoye
en la ley que lo favorece, dándole un derecho, y no pida
mas que justicia, se le contestará con este argumento mi-
nisterial : " Si le concedemos á U. lo que pide, habrá que
" concedérselo á todos los que están en igual caso.** Y si
el reclamante contestare : " ¿ Y.por qué no, si todos tienen
el mismo derecho ? ** el Ministro, echándose para atrás, y
con mucha prosopopeya, le replicará (si el reclamo es de
dinero) : " ¡ Eso seria abrirle un boquerón al Tesoro ! ** y
se temerá hacer justicia á media docena de reclamos le-
gales, después de haber dado al saco con la Hacienda pú-
blica, repartida entre una docena de grandes pillos, y
cuatro de püluelos menores.
^ mas de que los reclamos no deberán ser atendidos,
si no son los reclamantes partidarios del Gobierno, que-
dará establecido que todo reclamo!^ en demanda de dine-
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— Id —
ro, AtmqQe lea legal^ teí&drá qme obtenerse sacriflcando un
90 por ciento entre agentes, empleados y altos influjos ;
por lo que, no se tendrá á mal que el reclamante decuple
el valor de su reclamo, para obtener lo que se le deba ;
método que ñu^litará la obtención de muchas reclama-
ciones, que de otro modo serian perdidas^ En suma, el
Ministerio de Gracia y Justicia quedará reducido al de
Gracia, para aquellos que lo sacrifiquen todo al servicio
del Presidente déla República: es decir, que sacrifiquen
el honor nacional, (el suyo no porque no lo tienen) el
Tesoro público, la libertad y los derechos de «us compa^
triotas, en fin, todo lo que se puede sacrificar de ajeno al
egoismo propio.
Para esto, estarán bajo la dependencia del Ejecutivo
las Tesorerías, nacional y provinciales, las Aduanas, los
Tribunales de cuentas v todo lo relativo á ingresos y
egresos del Tesoro público.
La movilidad del Gobierno de mi República se cono^
ceitá en estas palabras, que no faltará Ministros que laa
pronuncien: uno dirá, haciéndose el escrupuloso- Tejigo
Vergüenza de pertenecer á un gobierno como este ; otro con
mas candor ^^rá-^mie^ros emplemtos de Hacienda no r(^
iém ; podrán, cuando mas, reoítir de los particuiares que
hacen cargos al Estado algunas propinas porque les des^
pachende un modo faí)orabie sus exp^ientes, ¡pero robar!
íbso no !
A uno de esos empleados se le dirá por la prensa, y
feajo fiftáa íespoBüsable, que ha recibido 50, 100 j^ 500
Ton^as de oro por firmar expedientes de reoonociaiiento
de deudas del Estado que asoeadian á núUoaes ; será no*
torio que ese ^tnpleado ha hecho «n caudal saneado de
mas de medio millón de pesos, y ni el Gobierno io some-
terá á J^cio, ni él hará caso de la acusación, contando ^con
íq'ue tieíae asegurada su ifiapunidad en la propia ctdpabi-
Kdad de cuantos hayasa de juzgarlo.
Ikiía'e dos firmas de un ¿to magistrado de otros tiem^
pos, q^ae sirvan para, aclamar centenares de miles, hallán-
dose una palpablenkente falsa, el Ministro candoroso sus-
penderá el reconocimiento del cargo, hasta q^ue venga un
escribano que díigaque las dos firmas son legítimas, y con
la mayor f acflidíMi quedará tranq<aila la ccmcieRcia Aú.
Minisbx) que mandará hacer di pago: y cqícsé^ él vsúsmo
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_ 4í ^
Jíaeicm pueden ipecábir de los pitrtíeulaites por hacerles
justicia, recifeii'á vél la íaitad -6 tercera pairte d^ r^aoonoci-
3a9Íento hecho, diciendo :-'^ ¿ Quióa as taii sondo quie no tb-
«ifee cuando le dan? "--y los mparoiai^s ¿nfoianes de los
escribanos sobare firmas que parecían faisas^ le habrán he-
cho Ja olla gorda. Este será uno de los (saejoires Ministros,
éid ms^jOT de los gobiernos, en la mas perfecta dé las Re-
públicas, f ei piiieblo le aplaudirá; aunque tenga que car-
@9r con una d^uda que le ai^sorbejcá sfus rentas por siglos
enteros.
El Presidente de mi República cometerá siempre la
sandez de querer elegir sucesor, y lo elegirá para tener que
arrepentirse siempre de su elección, y sufrir los remordi-
mientos de haber impuesto á su país un mandatario que
jamas corresponder4 á «ü^s ie9f)iei:a«nza*. Pero cada Presi-
dente que sale oirá complacido, y creerá lo que le dice el
ambicioso astuto que le ofrecerá, no mandar sin su anuen-
cia:-" Será U. otro yo, le dirá el pretendiente, U. man-
ídará, y© no ha»é sino lo que U. me aconseje &.* &.^ ''-Con
estos propósitos se dejará embaucar, y resignará el mando
en un hombre que, desconfiando al mismo tiempo de sus
promesas, se echará en los brazos de la turbamulta de
cuchillo y garrote, para aseglararse en su nominación, y
que, después, por complacer á sus partidarios, tendrá que
^jar de los oaegooios públicos al Presideírte s$líente,
W^a dedj^le de oficio que su deber Je imjpone meterse
<en su casa y dai^ pw muerto <á vilmente, por haber ^jmr
pado el primer puesto del Jístado. Esto eqmváldiJá i de-
<3ár^ que uno que deja de ser Presidente de una BeptíbJioa
íCOKUi) la Mía, dega de ser ciudadano, j ya solo pii>ede a^r
mr para criar gallinas y conejos en el rincón de su eoea.
Esta sena siempre la marcha que sigan los gobeitaam-
tes que se propongan contrariar el ^oto piibüco, übi'e^ esr
p<Mirtáneo y dilecto de los pueblos.
Todo Presidente ide mi República huirá, como dd
«nprni^o malo, de la rée^o^sabijidad le^al de si^s Mim
«dfisiinstiratiyos, :aim auanáo >no sean eriupinaie^.'; y e$te
fiera :uno de lo» nxoiáYiQS que ie obügjstráa.á busKíoor un síoi-
cesar que le garaatice la no^esponsaibilidaá. Los oógaapü-
oes son iGkües y ftQvAi&é m mms^&x á }§^ pu%)adjoa. ^
* O0 cómplices sao facéis e promptoa en «mnlitiar os enlpaáos— ifar^«(¿9
ried.
Marica.
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— 20 —
Durante su poder, irá haciéndose absolver, hasta sin exér
men, de aquellos actos que no crea justificables, y su Con-
greso se prestará dócil á las exigencias mas extravagantes
á este respecto. El Poder Legislativo absolverá al Ejecu-
tivo de las mas escandalosas mfracciones de las leyes que
le baya dictado, y no maliciará siquiera que con esto pier-
de toda su influencia moral.
Oh ! .mi República será mucha República ! Será una
República sin convicción : en donde, m el orden ni el de-
sorden se organizarán jamas definitivamente. Oh I qué
República !
PODERES PÚBLICOS.
La ley debe abrazar el mayor bien
para todos ; y comprender á todos.
CAPITULO IL
LEGISLATIVO.
Este Cuerpo, que en los principios tendrá en mi Re-
pública un poder moral inmenso, en proporción de la es-
pontaneidad con que hayan sido elegidos por los pueblos
sus miembros, irá decayendo en consideración hasta tocar
con el desprecio de la sociedad, á medida que su forma-
ción dependa del influjo gubernativo. Entonces, á fuerza
de bajezas y de abusar de un poder que no haya compren-
dido, se concitará el odio público y tocará en la nulidad,
tanto para destruir como para crear.
Este Cuerpo, que habrá sido el apoyo de la sociedad y
de todos los demás poderes públicos, se verá reducido
entonces á buscar su apoyo en el Presidente de la Repú-
blica, cuyas menores indicmones obedecerá como precep-
tos imprescindibles, y se habrá cambiado enteramente el
papel que cada uno representaba. Antes el legislador or-
denaba y el ejecutor cumplía ; ahora el ejecutor dispondrá
lo que el legislador ha de ordenar.
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— 21 —
El Presidente de la República recibirá á sn petit-k-
' ver^ * á los Presidentes de las Cámaras, qne irán á pe-
dirle órdenes, ó á combinar la farsa con qne se ha de en-
gañar al pneblo, para qne siga persuadiéndose de qne tie-
ne nn Gobierno dócil, y nnos Representantes qne atien-
den á sus intereses.
Al llegar cada Presidente de Cámara al salón de las
sesiones, los ilustres miembros del cuerpoconservador de
las leyes del Estado y de las garantías del ciudadano, se
precipitarán á pedir órdenes é instrucciones, para saber
por qué y por quién han de votar. " ¿ Qué hay ? Qué bre-
mos hoy?'^ preguntarán.
En este estado de abyección, la menor contrariedad
será un crimen. Como para degradar así la Representa-
ción Nacional es preciso que el Ejecutivo sea imbécil,
guiado de su torpeza no consentirá ni siquiera una mino-
ría que le haga contrapeso, á fin de que se mantenga al-
guna apariencia de libre discusión, y alejará de las Cáma-
ras á todo Diputado que pueda hacer la menor observa-
ción á lo que él haya dispuesto que se sancione. El Con-
greso para un tal Ejecutivo debiera componerse de com-
pañías ó batallones de autómatas uniformados, y manio-
brando al son de pito y caja.
Este cuerpo^ que ya no podrá Uamarse poder del Es-
tado, reducido á tal miseria, no tendrá mas conato que
alabar y complacer al Presidente de la República, dicién-
dole con el salmista :
"Señor, Señor nuestro, ¡ cuan maravilloso es tu nom-
bre en toda la tierra ! ^*
Después de lo cual creerá, por un principio nuevamen-
te introducido - " Que lo único que un Congreso no puede
hacer, es un hombre de una mujer ; '* todo lo demás le se-
rá lícito, y ya no habrá para él principio ni ley que no
infrinja: atropellará derechos adquiridos, y dará otros
contra toda ley ó principio de justicia, destruirá sus pro-
pias leyes, y dictará otras ex postfacto.
Después de haber concedido derechos á ciudadanos
beneméritos, por eminentes servicios, les quitará lo qne
les dio, y quedará muy satisfecho.
Habiendo leyes vigentes que reglen la libertad depn-
* Wpetit'lever es el momento de levantarse de la cama los monareas^'a! enal
asisten solo loe favoreoidos de la mayor confianza.
DigitizedTDy
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sé póMíÚ á <&táf laiá ley poí la ctiaJ sehaya de castigar
á un e^ritor qné critieani la indireka del ConfíTeso^ lo
háfá éilcafdelaf, y ittáiidatá qtíe m juá^e por laley anti-
gtta^ füiéiírtr&s él dicta otra, por la que áe le seMenciorá:
y esto no producirá en mi República aeeiofi popular; pa*
«»á iñá^rciíádo, 6 será toleradó-
Como el Cuerpo Legislativo tío tendrá tutor, y halará
compídmidok Kbertád de imprenta para eritar la eehsot^
f a, hará cúañtó se le antoje, hará maravillas, ajpoyado en
las bayonetas del Ejecutivo; y á este le aprobará ún ^cTéh
men ni discusión cuanto baya heebo ; bastando para esto
la impudencia de algún Kputado alegre, que por ver has-
ta dónde llega la corrupción y cond^cendencia de sw
colega*^ se presentará un dia en las Cániards cotí esl»
moción :
"Se aprtieban lós actos del Poder i^ecntivo eailacon-
solidacioü, conversión i reconocimiento de la' deuda ÚA
Ifefado.'>
8e pide dispensa de trámites, «árc.
'^^'I^Cómo! (dirá un Diputado inocente) ^sin exámea
vamos á aprobar ? ^^ — " ¡ Calla la boca, imbécil !'' le repli-
cará otro : " i no ves que el Diputado de la moción viene
alegre dé iPalacio ? ^
Para nó andar con rodeos, la moción se aprobará w^-*
mini discrepante, y quedará sentado que la Nación debe
darse por bien servida. ¡ Ya se ve ! no se tratará mas qne
de la fiiolera de unos treinta 6 cuarenta millones de pe- •
sos, que se habrán repai-tido entre tmos cuantos hombree
de bien.
Honor de la patria y de la hacienda espuma^
Después de esto, saldrán cuadernos, suscritos por par-
ticulares, que protestarán de la injusticia de haber diado
tiTi millón y mas de pesos á los que jamas tuvieron qiné
perder, y rechazado los legítimos y moderados reclamos
de fanulia,s arruiíiadas, á quienes se les niega todo recono-
cimiento. Estás protestas serán aco^das por nu^stroiB Le-
gisladores con la sonrisa del desden, y por el Ejecutivo
con el odio (íontenido, del miedo de excitar mas la animada-
versión popular. ¡ Vano temor ! Brtft animadvemon du-
rará un dia, una semana, un mes, á lo mas, y todo se olvi-
dará ; porque las agua» del Letw cofre^ráa por el laedio
dd mi Eepiíblica.
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Con 68^ ^üduct» los Congp&KiBm H^rán odÍ00os en
millepübliea, y se acabará por supriioirlos, aborrándoae
la Nítcion el pago de su oprobio. Mas tarde, y cuando
mis republicanos ^bran los ojos, m formarán otraa asam-
bleas de origen yerdaderamepte popular, en las que, ni
entrará í^lgun dependiente del Poder ejecutivo, ni saldró
ninguno dependiendo de él. Entonces los Legisladores,
todos sujetos á la ley que dioten, conservarán la dignidad
de jueces de los actos del Poder l^ecutivo, y de verdir
deros dispensadores de las gracias que les sea permitidx)
acordar por la ley. Entonces mis republicanos, leyendo
la degradación del Senado de Itbeno, la corrupción del
Parlamento que disolvió Cromwel, y la abyección de
nuestros pasados Congresos, se llenarán de indignación^ y
rechazarán la nacionsü^dad de aquellos esclavos.
En mi Eepiíblica, el Congreso dictará leyes de repre-
sión, sustrayendo á sus n^iembros de la acción de esas le-
y^s,. que solo oprimirán al ciudadano ; y no contento eon
eso, sobre las leyes de represión, y todas las que sujetan
al pueblo á la obediencia, no de la ley, sino de la autori-
dad, dará facultades e:^traordinari^ al Ejecutivo, sin la
menor restricción.
Por un principio reconocido, nadie puede delegar el
poder que t^ene por delegación, sin una cláusula expresa
que lo autorice. Jjos Congresos de mi República, qija ten-
drán por delegaron el poder de dar^ interpretar, modifi-
car j derogarla» leyes ; sin el áí^ juzgar por ellas, ni ha-
cerlas ejecutar^ se arrogará los denlas poderes, hasta har
cerse legislador, juez, parte y ejecutor en causa que le sea.
propia ; y causa de injuria 1 Delegará la 8u?aa de todos los
poderes piiblicos, qne él no posee ; hará acallar las leyes,
poniendo toda la Nación fwra de la ley> á m^^reed de la
voluntad de un solo hombre ; y esto lo hará sin extrema
necesidad, y sin que sea el hombre á quien confia la omni-
potencia,, pn hombre tan epiinente, que s» solo nombre
aea una garantía de salvaeiop, ni tan temible que haya
podido exigir este sacrificio de la dignidad humana: esta
venta se hará como }a de la priflaogenitura de Esatí, por
satisincer mezquinas necesidades del moinenta
.Esto tampoco producirá acción popular w mi Repil-
blica ; después de lo cual, el p^blo verá impasible apri-
mmh desterrar, eopfi»*r y íusilw? á los ^udadanoe, inclu-
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— u
sos los legisladores que autorizaron estos atentados, em-
pezando por el Presidente del Congreso. Estos actos de fe-
rocidad y barbarie, pasarán por actos legales, y muy con-
formes á la práctica de las naciones civilizadas.
Mi República quedará, por consecuencia de este ab-
surdo sistema, bajo la autoridad de un poder legalmente
irresponsable.
Un Gobierno constitucional, aunque sea malo y duro
para someterse á la ley, es al fin como un caballo enfre-
nado: la Constitución es el freno que siempre tiene en la
boca, y las leyes las riendas ; aunque duro de boca, hay
siquiera de donde tirarlo y contenerlo tal vez si se quiere
despenar. Esa Constitución que el Gobierno invoca para
hacerse obedecer, los ciudadanos también la invocan para
hacerse respetar en sus derechos : en fin, es alguna cosa
parecida á una garantía social.
Un Gobierno de Hecho es el caballo desbocado y sin
freno: de no matarlo ó ponerle un gran obstáculo por de-
lante, correrá hasta despeñarse con cuanto pueda arrastrar
tras sí.
Pero nada semejará á un Gobierno autorizado para
obrar arbitrariamente. Este poder, que se ha llamado
siempre tremendo, el poder de la Dictadura, dado por un
tiempo limitado, y con solo el fin de salvar la sociedad de
una gran ruina, es menos odioso qi;e el sistema de facul-
tades extraordinarias, en las que se pone el pais como si
estuviera sitiado por enemigos exteriores, y que al Jefe
de la Nación le fuera lícito todo por salvarla.
Una sociedad que no tiene lo suficiente en sus leyes
para gobernarse, debe completar esta falta con leyes efi-
caces, y no entregarse á discreción á un hombre, que tal
vez es el menos hábü para suplir la falta de las buenas
leyes.
Si la sociedad tiene las suficientes leyes para su buen
servicio, y su írobiemo es incapaz de gobernarla con ellas,
y pide facultades que hagan acallar las leyes ; por ese solo
acto el Gobierno debe quedar depuesto, cesar de hecho
por incapacidad : mas en ningún tiempo se debe privío» al
ciudadano, á toda la sociedad, de la protección de las le-
yes, que la tranquilizan, y que hacen vivir á cada uno
tranquüo miéntras^no deliuca.
Un Congreso que autoriza al Gobierno de una Nación
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— as-
para que, sin sujeción á la ley, liaga lo que^ crea conve-
niente, principalmente en una época de disturbios inte-
riores, suelta una verdadera fiera entre una sociedad ma-
niatada de antemano. Su ley ó decreto debería contener
esta cláusula:
coiirsiDEKAia)o :
" Que es necesario aterrar al pueblo con unajiera que
pueda devorárlOj ♦
¡VED AHÍ MI TIGRE !
" El Ejecutivo dará cuenta de vosotros'^
Como exigir mas y mas facultades, arguye incapaci-
dad en el que manda, es incuestionable que este tremendo
poder recae en una Administración sin unidad, dignidad
ni concierto ; y de aquí al despotismo mas humillante, ó
á la anarquía mas desenfrenada, no habrá mas de un corto
paso ; se han aglomerado todos los elementos del desor-
den, con la mira de mantener el orden : se ha echado en
olvido que, no puede haber mas orden que el legal.
Los Congresos en mi Eepiíblica entronizarán el desór-
den,consintiendo en que el Ejecutivo atropelle todas las le-
yes, y desde entonces ya no será extraño oir decir con
descaro á los Diputados : Que ellos no son Diputados de
la Nación, sino del Gobierno ; que ellos no saben quién es
la Nación; pero que al Gobierno lo ven, lo palpan, y de*
él reciben los beneficios. (Auténtico.)
Tampoco faltarán Diputados que digan, haciendo alar-
de : Que en siendo cosa del Gobierno, ellos votan por el
Gobierno, á ,ojo cerrado y sin examen ; aun cuando sea in-
justo. Así es como los amos quieren á sus esclavos, cie-
gos, sumisos, como cadáveres jesuítas. ¡ Hágame U. patria
con esta gente !
Así, en mi Eepiíblica, se verá el espectáculo de un
Colegio Electoral, que llevará en triunfo á Palacio al Di-
putado que hubiere elegido, y presentándoselo al Pre-
sidente de la República, le dirá: "Ecce homo: ved ahí
el hombre que os hemos escogido ; en otro tiempo tan
formidable defensor de los derechos del pueblo ; hoi el
mas sumiso servidor del Gobierno.'^ Y el Diputado dirá :
" Señor, tengo el /u>nor de presentarme á V. E¿ coni^^ Z)^
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pfU^ido mhmteñai^ y aquel Qoa. qiiia&. Y. E^ pi^^ bewi9
Cuando mu país toca á este punto de arrevesamiente
sodial,. no iay maa ireííiedio que rei»oiitarlo, cambiando
los poderes sociales, con el sistema seguido, y foín^aado
otros poderes, de gente nueva ó que se haya acreditado
por su rectitud de principios ; si no, se irá de mal en
peor, hasta caer qn la conquista de vecinos mas bieB go-
bernados. ¡ Mi República habrá de pasar por estas Horcas
Caudinas !
F<XDEBi:S 7T7BUCO&
ClPiT6Lft IIL
El Juez debe liacerse reepetai» como
soberano de la conciencia púbHca, ^
El Poder Judicial de mi Repiiblica i^o ha de tener
;ai la independencia del Poder Judicial inglés, ni laf^cut
±ad de la Suprema Corte de los Estados Unidos, que anih
Í€t tmck leff del Congreso, declarándolor contraria á Lq^ leyes
vigentes de la Federación..
Por la Constitución del Estado, se le dará la incujsrv
bei^cia de residenciar y juagar al Presidente de 1^ Repii-
* ^'Aliora oe digo, en fin, (dirígiéndose alOolegio Mect<»>al) c[im, elegido d^
nuevo por vuestros sufragios, y 6 me presento desde luego eQin«>Dipuita4(i> mw^r
iierial. Sí, seflores, y es porque vosotros me mandáis que lo. sea. Yo veo que los
comicios electorales en todos sus- actos electivos, que son los eliementos gen«rado-
xee del poder, mani;&estan su confianza al Gobierno^ y están unidos con §L Y9 ve9
que los Congresos aprueban el uso de ese poder, que vosotros le dais al Gobier-
no, en las msmos en qoe se halla ; y como vosotros y los cuerpos deliberantes de
)a ^República, forman la parte activa de la sociedad: son la nación, iutéUge^iet, se^
gun la ley, y la única que forma verdadera opinión pública : mientras vosotros,
el Congreso y los Cuerpos 4el Estado continúan prestando la^ confianza al Go-
Ví«rno que vosotvos ekváeteis, yo tengo q,ue ^guix y 4^ender It^ ba^derA deJ.
Gobierno ; porque ella es la vuestra.**
{discurso copiado al pié de la letra^ del pronunciado por el Diputado que me
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Idíca y á sne Mrnistra» ; pero este casó inmca llegará ent
B9Í Kejyiiblica, y si llegare, el mismo Congreso qiie dict6
la Con^tiíicioii, abolirá e&a facultad, poniéndola en duda>
6 metiemdo artículos para qnejamas'm Uere á cabo nna
responsabilidad que solo se consignó en el pacto social
paara entretenserla imaginación ardiente de'k» republk»-
nos que se pagan de teorías.
El Poder Judicial en mi República, estará siajeto á la
traslación de los Jueces, que la lará cnando quiera el Pre-
sidente de la) Repiiblica, caetigandio con esta traslacioft
al Juez que no le dé gusto, ó qtsCy como Diputado^ no
haya entonado el Flaceba tibí Dómine de la comunidad.
Estas traslaciones consisten en sacar á un Juez 6 V<i>-'
cal de una Corte, de tm departamento 6 provincia, y
mandarlo de un extremo á otro de la República; suplicio
que á Teces es mayor que el de un destierro, y que á ve-
ees causa ia ruina de una familia 4ue se ve forzada á ában-
dmiar el pafa de su nacimiento, vendiendo y sacrificando
-feodo cuanto tenia^ pora ir quizás á un clima que le seai
nocivo.
Si el legislador se propuso mejorar la Administración
de justicia, dictando estas traslaciones, y dando esta facul-
tad mas al Poder Ejecutivo, pudiéndosela Iiaber dada
mejor al Judicial ; puesto que los señores de la Corte
Suprema no serán trasladables, será bien burlado en sus
miras j pues el Ejecutivo no empleará jamas esa facultad
sino como un medio coercitivo para subyugar á los Jue-
ces ; no solo en sus funciones judiciales, sino también en
iodas las que ejerzan como ciudadanos. Después de esto,
la independencia judicial será garantida por la Consti-
. tnciom
Aun cuando la Constitución imponga tales y cuales
^joñdiciones para llegar á ser Juez; como la Constitución,
será lo quémenos obligue en mi República, el Ejecutivo
nombrará los Jueces sin reparar en ningiana de las cuali-
dades constitucionales ; las que podrán, cuando se quiera,
borrarse, tanto para estos destinos, como para todos los
demás-, sin que hagan falta. La experiencia hará conocer
que ésas condiciones solo obligan cuando no se tiene fa-
Vót, y sirven mk> cuando no hay interés en negar un éé&*
tino. Cuando el i^ecutivo dé una VocaKa én la Corte Su*
porema, ^or ejeoiipk)) sin los requisitos constüuoioiEíalea, él
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— 28 —
Ministerio apoyará la medida gubernativa, con este prin-
cipio: Que los preceptos constitucionales, no son preceptos
que obligan ai pié de la letra^ sino consejos qne el Ejecu-
tivo puede ó no seguir, según contenga. Esta luminosa
doctrina no excitará el celo del primer Tribunal de la Ee-
piíblica, y quedará sentado que la Constitución no es mas
que una Conseja.
Pero como todo ha de ser formalidades y apariencia
en mi bendita República, los jueces no se propondrán para
sus destinos, sino por tem^, y por ternas dobles y triples,
á fin de escoger lo mejor que exista, para dotar con ello
el servicio público. Será cosa muy curiosa ver á los can-
didatos empeñarse para que se les coloque en la primera
terna, y en primera persona ; cuando ya el ahijado tenga en
su poder el título, conseguido muy de antemano ; después
de lo cual, ¡ se llenarán todas las formalidades de la ley !
Desde que así se falseen los resortes de la organiza-
ción social, en un punto tan principal como lo es el nom-
bramiento de los jueces, no habrá mejora en él, y con jue-
ces qne "se sientan en el sillón hollando las leyes, no se
podrá esperar que las respeten mas para juzgar según
ellas ; así que, el reemplazo de los primeros magistrados,
traerá á la larga un clamor general contra la mala admi-
nistración de justicia. En mi República, suponiéndola ya
fondada, no tardará diez años en sentirse este clamor.
Todo el prestigio de que hubieren gozado los antiguos
magistrados del poder judicial, toda esa consideración so-
cial de que se hubiesen visto rodeados, la irán perdiendo
por grados. Unas veces se les tendrá privados de sus suel-
dos, obligándoseles á empeñar hasta sus relojes para co-
mer, después de haber agotado sus recursos y los de sus
amigos, por ser magistrados incorruptibles ; otras se les
atropellará por reclamar sus haberes ó pedir que se les
permita cerrar el tribunal ; y otras, en fin, se acabará por
tomarlos en la calle y desnudarlos para registrarles los
vestidos, con la mira de encontrar en ellos los justificati-
vos de una conducta tan impropia.
En mi República se acusará á los mas altos magistra-
dos del Poder Judicial de conspiradores contra el Go-
bierno, y no carecerá de fundamento esta acusacion-¡ tal
llegará á ser el estado á que reduzca á la sociedad un Go-
bierno que habrá relajado para esto todos loe vínculos
conservadores del orden !
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— at —
FODEBES PÚBLICOS.
CAPITULO IT.
La Municipalidad debe ser á la ciudad, lo
que el consejo de familia al hogar doméstico.
MUiaCIPAL.
Habrá en mi Kepiíblica Municipalidades, que caerán
también, como las elecciones y todo lo que sea popular,
en manos de la gente de media tijera, falta de instrucción,
de educación, de modales, de prestigio y respetabilidad
social, y serán estas Municipalidades un tormento del ve-
cindario, debiendo ser un bien.
Bien conocidos son mis principios para que se pueda
creer que yo tengo en mas á un Marqués que á un zapa-
tero; el Marqués vicioso y bellaco, me inspirará odio y des-
precio ; el zapatero honrado, estimación y afecto : mas, sin
que nadie lo pueda remediar, un vecindario estará siem-
pre mas contento con que sea su Alcalde el sugeto de mas
respetabilidad de él, si á esto reúne buen trato, capaci-
dad &.*, que el que se dé este empleo á algún pelagatos
que se linclie con él y abrume á los vecinos con su pe-
tulancia.
Tendrá, pues,mi República Municipalidades calcadas de
las de la monarquía española (que este regalo le hará algún
enemigo jurado de la Repúbüca) ; pero no serán de las
del tiempo de Don Alfonso, ó del de las Cortes de Ara-
ron, ó del de los faeros de Vizcaya, sino de ün tiempo-
mferior en instituciones liberales á aquel que hacia ex-
clamar á Jovellanos de este modo :
gEs esta la nobleza de Castilla?
l'Ea este el brazo un dia tan temido,
En quien libraba el castellano pueblo
Su libertad? ¡O vilipendio! ¡O siglo!
Faltó el apoyo de las leyes: todo
Se precipita. El mas humilde cieno
Fermenta y brota espíritus altivos.
Tal sucederá en mi República, por la pereza de la
gente de alguna representación social, y la actividad de
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las clases inferiorea, Jwata ^u^ se jdqsacrediten las Muni-
cipalidades, como todas las demás instituciones republi-
canas, y los partidarios del despotismo y de los gobiernos
absolutistas repitan la cantaleta de que, no estamos para
República, que es preciso cambiar la forma de gobier-
no &.* Estos partidarios del sistema monárquico, lo son
porque quieren que de derecho les corresponda toda au-
toridad, sin los azares de la elección : no quieren deber á
la voluntad del pueblo nada, sino á la voluntad de un
amo solo. Su espíritu de servilismo y flojedad los impele
á eso ; quieren tener un amo, para serlo ellos de todos sus
CQasodados ; y quieren, gón aaiir desHS casas, q»6 los des-
tinos vendan á buscarlos, no por el mérito de m& virtudes
sociales, smo por el mérito de saber hacer la corte y adu-
lar al que manda.
Montadas así las Municipalidades, vendráa bien prora-
to á parar á la cochera de alguna Intendendia qite garva
da calabozo, como cierto Síndico que tuvo una disputa con
un Intendente, después de lo cual se hizo mas partidario
del Gobierno que del pueblo, y persiguió á los que desfefi-
jdian la causa de este : sin embargo, ama población de mm
de cien mil habitantes val via á elegirlo, como hombre qíU0
estaba á prueba de codieras y de servilismo. ¡ Qué patria J
Los acuerdos de las Municipalidades, en nii Bipiíbür-
eá, serán ejecutivos ; mas los Prefectos podrán suspender*
los cuando á su juicio sean contrarios ¿las leyes.; lo q^
supone que los municipales, ó no tendrán juicio para dicr
tar acuerdos que no sean contrarios á las leyes ; ó igno-
rarán mas que el Prefecto las leyes de su patria, cosa que
quedará por resolverse. Los Prefectos podrán tanitoiaa
suspender las sesiones de las Municipalidades, f ú GfO-
biemo disolverlas ; volviéndolas áformar de los antíguos
municipales que hubieren cesado en afios artras. Se com-
prende que las Municipalidades adconstnridas, no seráa
ya de la ciudad, sino del Gobierno ; mas en mi República
todo ha de tender á la unidad, del despotismo central y
absoluto.
Por consigjuieute, estas Municipalidades serán un po-
der mas ala disposición del Ejeci^tivo, y del que se val-
drá para oprimir á las poblaciones con sus propios miem-
bros ,autonzados, y sin neoeádad de echíur mmo de sus*
s»bi»ltonu3s, que sieso^i^ aon idiosos ú yfuékkb Im ^ps^
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hi(m lÁempre iasa sido candorosos pura crear poderes óhe^
dientes al mandatario supremo, qne los oprime con el
ro de »a omnímodo podjer, encargándose ¡ los incautos í
tejer la red m. que han de quedar pi^endidos.
Gomo, á pesar de su nulidad, las MunicipaMades han
de caflisar todavía receloB al Ejecutivo, este las vejará has*
ta qoe se aburran los hombres decentes de pertenecer á
ellas, y de aguantar, gmlis et atmore^ los sobarbados del
mandón. Cayendo las Mmácipalidades en poder de la
chusma, como habrán caido á Ía fecha todos los poderes
que dependan de elección popular, se podrá hacer de la
República mas Hbre por sus mstituciones, la mas abyecta
y esclava nación. Así se degradan los Estados, hasta que
llegan á verse &# Mrvientes 6 criados de los antiguos Ma-
gistrados, sin dignidad ni instrucción, omivertidos en dig-»
naturios de un imperio, fundado sobre la base de la per-
fidia, la infamia y el perjurio :-así he visto yo una Repú-
blica, fundada ^i el heroismo de <sud mm esclareddos ni-
jos, caer en poder de una banda de «criminales especul»*
dores y estafadores de la riqueza pública, y humillarse*
ante la opul^icia, hija de la mas escandalosa rapiña. ¡ Oh
vicisitudes humanas !
FODESES PÚBLICOS»
CAPITULO W.
El üonsejo qve no ^pesa en la»
dedflioii^s del GobiarnQ, ^;iiqiiio
Tiii fuego íátuo.
CONSEJO BE ESTABO.
Habrá en mi Bepúhlica nn Consejo de Estado, que
llegará á tal grado de unlidad, que ni sus sesiones aeran
leídas BU. loe diarios ; reducidas, ks mas veces, á re<¿bir y
contestar nc^taa indgnifioaiites, 4 ^¡¡j^tíhwr ^ presupuesto
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ide los sueldos del Consejo, y á levantar la^esion, por no
tener asunto de qué ocuparle.
Aunque sus consejos no sean atendidos, ni sus repre-
sentaciones oidas, ni sus disposiciones respetadas, y su in-
fluencia nula, excepto cuando el Ejecutivo le pida facul-
tades inconstitucionales, que le dará de buen grado ; no
obstante, sus atribuciones serán de grande importancia.
Será el vigilante del cumplimiento de la Constitución,
reconviniendo al Ejecutivo hasta tres vpces y exigiéndole
la responsabilidad constitucional en seguida ; pero de esta
atribución se olvidará por no chocar con el Presidente de
la República, ó sus Ministros, llevando adelante la máxi-
ma de que - " vale mas disimular ¡os abusos de la Suprema
Autoridad, qtie poner en choque los Altos Poderes del Esp-
iado : máxima, que hacia inútil la creación del Consejo
de Estado con ese fin.
Cuando un ciudadano se vea atropellado en sus dere-
chos, ó arrastrado violentamente,y sin causa legal,á una des-
honrosa prisión, podrá ocurrir al Consejo de Estado, que lo
amparará, pasando (si no se olvida) al cabo de un mes, una
nota al Ministerio, pidiendo explicaciones del hecho. Un
mes, ó quince dias después, contestará el Ministro, que
el tal individuo está bien apresado, que el Gobierno ha
obrado con arreglo á sus atribuciones. Volverá el pacien-
te á solicitar que se le ponga en libertad ó que se le juz-
Siie con. arreglo á la ley, y hará presente de nuevo al
onsejo una lista de mas de catorce infracciones de Cons-
titución. Solo en el caso de que el Consejo esté en oposi-
ción con el Ministerio, por algún fin político, estas repre-
sentaciones se pasarán al Ejecutivo, con su primera, se-
gunda y tercera amonestación : mas nunca se efectuará la
responsabilidad constitucional del Ministro ; pues si hu-
biese un Consejo de Estado tan enérgico que la reclamara
de veras,, no tardaria lo que canta un gallo, en respon-
derle el Presidente de la República:-" Que no le dábala
gana de someter ajuicio á su Ministro, que no habia he-
cho mas que lo que él. Presidente constitucional de la Re-
pública, le habia mandado ; ^^ - agregando, para mayor
abundamiento, " que se abstenga el Consejo de turbar la
paz pública con sus recriminaciones.^^ Con lo cual, des-
pués de leida tan atenta nota, se levantará la sesión, ha-
biéndose acusado recibo al Ministro oficiante.
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Así será el Consejo de Estado el apoyo, el guardián
de las garantías individuales, y los ciudadanos vivirán
tranquilos y seguros de que nadie los atropeUará, tenien-
do veladores como estos de la estricta observancia de la
Constitución.
Pero, i qué mucho que los simples ciudadanos sean
burlados en la protección que la Constitución les ofrezca
en el Consejo de Estado, cuando á los mismos miembros
de este Consejo, sin estar aiin frió el asiento que acaban
de dejar, se les prenderá en media caUe, encarcelará, em-
bargará y desterrará, sin que ese Cuerpo tenga medios de
contener al Ejecutivo en sus demasías ? i Carecerá de es-
tos medios constitucionalmente hablando I No. Mas no
querrá alterar el orden (el orden del desorden constitu-
cional) y se dejará atropellar, como habrá estado dejando
atropellar á los ciudadanos, porque no haya choque en-
tre los altos Poderes del Estado.
Por lo visto, este corpore vile no hará mas caso de la
Constitución, que el que hacen los demás cuerpos que
ella crea, y guardará y hará guardarla con las demás le-
yes bajo tres llaves, para que nadie las vea ni las
mvoque.
Ya lo he dicho : solo en choque los individuos del
Consejo de Estado con los miembros del Poder Ejecutivo,
se sabrá en mi República que existe este, que se llamará,
respetable Cuerpo, y que tiene algunas importantes atri-
buciones ; como la de convocar Congresos extraordina-
rios, declarar la patria en peligro, reasumir la Autoridad
Suprema, &.^ ; lo cual, ó no se verá nunca, ó se vendrá á
ver una vez en cada siglo.
A pesar de esta nulidad, se intrigará mucho para ob-
tener un asiento en el Consejo, porque será una buena
prebenda. Estas elecciones las hará aparentemente el
Congreso ; pero la lista de los agraciados será hecha por
el Presidente de la República, que se verá asediado de
empeños y prometerá tres poltronas por cada asiento va-
cante ; luego se disculpará con los Diputados que lo han
engañado, y prometerá otra piltr afilia á los burlados. Por
su parte, los Diputados serán visitados desde las cinco de
la mañana por los pretendientes ; y como si realmente
fueran ellos los Diputados que elijieran Consejeros, ofre-
cerán su voto, salvo su derecho de encogerse de hombros,
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si el ea&didato no alcanzó á salir : al ¿n no s6rá por cul-
pa snya. En esos dias, en que se haga la elección de Con-
sejeros, los hombres andarán hablando solos por las
calles.
Cuando se acerque el liltimo período de mando del
Presidente de la Kepiiblica, como al Presidente del Con-
sejo le corresponde tomarlo mientras se recibe el elegido
por la Nación, la Presidencia del Consejo de Estado será
muy disputada, y entonces las influencias mas poderosas
se balancearán ; no habrá intriga, no habrá medio, por
reprobado que sea, que no se ponga en juego, y el que
gane en esta lucha tendrá dos terceras partes de probar
bilidades, para obtener la Presidencia de la República.
Después de lo cual, el Consejo de Estado seguirá sien*
do en mi Kepública, el Panteón de los Zánganos de ca-
tegoría.
PODERES PÚBLICOS.
CAPITULO ?I.
£L que dft á elegir á otro por él,
prueba su incapacidAd.
OUEKPOS ELECTOBAMS.
Abandonado en mi Kepública, como contrario al sis-
tema democrático, el voto directo de todos los ciudada-
nos legales, regirá el sistema de la votación indirecta: es
decir, que para nombrar yo á Juan Representante de mis
derechos, nombro á Pedro, para que este nombre á quien
le dé la gana, sin que yo sepa en manos de quién van á
parar mis intereses, basta después de becho el nombra-
miento, que no podré revocar, aunque liaya recaído en
un bribón.
El voto que así se da, es un voto de confianza sin lí-
mites, que equivale á decir á otro :-" Careciendo yo del
conocimiento de mis conciudadanos para los destinos de
Jueces de paz. Jurados de imprenta. Diputados, Senado-
res y Presidente de la Repiíblica, pongo en manos de ü,
mi suerte, para que me dé todos esos magistrados á su
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g«to; ydeBpnes mas que yo r¿bfe, tía m le dé nada: mi
tonta confianza lo autoriza á U. para todo."
Se nombrarán, pues, Cuerpos Electorales, en mi Ee-
Sública, que tengan la incumbencia de hacer, á nombré
el pueblo, todas las elecciones populares. Reunidos es-
tos Electores en Colegios, se confabularán contra el pue-
blo, privándole de sus derechos constitucionales, y tratar
Tan de sacar partido de sus votos, vendiéndoselos á los
ambiciosos que quieran ser Jueces, Diputados, Skiadores
ó Presidente de la República, vendiéndole á este su alto
puesto á un precio que no alcancen las rentas nax^ionales,
ni todos sus destinos para contentarlos ; y después le se-
guirán vendiendo los Diputados, Senadores, Jurados, &.•
?ue (juiera el Presidente sacar á su amano : porque los
Residentes, en mi Repiiblica, han de tener la manía de
querer que todo sea suyo, hasta el aire que respiren sos
subditos. El ha de ser el dispensador de todo beneficio ;
si no, no creerá que es Presidente. Semejante al motor de
una máquina, él ha de querer mover hasta las menores
ruedecitas, hasta el mas pequeño puntero. En estas Ee-
piíblicas, de una sola máquina, ó de una. máquina de solo
tm centro de acción, el día que se rompe el muelle real,
toda la máquina paraliza.
Tendrá, pues, mi República un Cuerpo Electoral que
venderá la confianza del pueblo, sin que haytí lei, moral
ó pudor qiie lo contenga ; que hará su olla-gorda con la
facultad de elegir, y un Presidente que comprará Jueces,
Jurados de imprenta, Diputados y Senadores, en el mer-
cado electoral, como se compran esclavos y esclavas en
el mercado de Constantinopla, para el servicio y compla^-
concia del Sultán.
Desde entonces, ningún ciudadano, cualquiera qué sea
su mérito, saber y prestigio social, podrá lisonjearse de
se^ elegido, si el amo no lo ha comprado en la feria de las
elecdones tituladas populares : así se verán llegar de las
provincias Diputados que, á pesar de su elección tegal^
vengan á cortejar al Presidente de la República para que
se la apípuebe y le indique al Congreso que lo admita de
preferencia, no sea que se atraviese otro con una acta for-
jada, que ofrezca mas adhesión al Gobierno. La elección
recaerá siempre en el mas gobiernista, y el Congreso aca-
bará de perfeccionar esta elección, en favor del vJobiemo.
O témpora !
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Esrte enroco del Presidente de miÜ^piiblica en que-
rer monoponzar y dirigir por sí todos loB intereses, todos
los resortes sociales, esta fatua ubiquidad, apoyada por
la docilidad de los apoderados del pueblo ; en vez de dar
al Gobierno respetabilidad y fderza, y á las instituciones
consistencia, relaja los vínculos del respeto ala autoridad
y desbarata la máquina, ya gastados sus resortes. El puer
blo que no ve á sus Representantes, ni en los Jurados, ni
en los. Diputados y Senadores ; que no ve en ellos mas
que esclavoá del poder, los desprecia; y sobre todos ellos,
sobre sus leyes y sentencias, se lanza hiafíta el trono ó la
silla jH-esidencial, y hace trizas cuanto, con mas cordura
de parte de los que ejercen el poder, debiera respetar.
Por desgracia, cuando el pueblo, desesperado, castiga la
injusticia de sus malos magistrados, rara vez se contiene
en los límites de lo justo, y entonces la cal^añidad de su
venganza, es mucho mayor que la calamidad del despo-
tismo : es el mismo despotismo desenjfrenado.
El Cuerpo Electoral, para mejor dirigir sus faenas, se
organizará en club, se dará un reglamento interno, y lle-
vará su audacia, contando con la aquiescencia del Poder
Ejecutivo y con la mansedumbre del pueblo, hasta dictar
una Constitución política, que anule la Constitución del
Estado.
La Constitución de la Eepiíblica dirá : ^
"Art. 000. Todos los ciudadanos pueden ser admitidos
á los empleos públicos, sin otra diferencia que la de stís
talentos y virtudes.'^
La Constitución que dará el Cuerpo Electoral, y ten-
drá la insolencia de imprimirla y repartirla, anulará ese
artículo constitucional del Estado, con este otro del club :
"Art. 00. Todo cargo que dependa de elección popular,
NO podrá.obtenerlo nmgun ciudadano que no esté inscrito
eñ la sociedad, (es decir, el club electoral) á excepción del
Presidente.de la República, que podrá ser elegido fiíexa
de su seno, SI lo resolviere lá mayoría de la sociedad.^'
Si la insolencia puede llevarse mas adelante, muéstre-
seme : para mí, este es el colmo á que puede llegar la
osadía de una fracción nacional. Decir : anulo todos los
derechos políticos de mis conciudadanos^ y me los reservo
para repartirlos entre los que forman mi club, es decir : no
hay mas derechos que los de nuestro c/wó-dieuét mon dboit.
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— 8Í —
Sancionado este principio, m lá masa nacional eligiese
nñ Presidente de la Kepiíblica, que no fdese del club, este
anularía el nombramiento, como no conforme con su Cons-
titución, que querrá sea mas respetada qua la del Estar
do. Esta anulación de elecciones popiílares, es decir, he-
chas en el sentido de la voluntad' del pueblo por la ma*
yoría de un Golerio Electoral, tendrá lugar muchas veces
en elecciones de Imputados, Senadores, Jueces, &.**TJna
fracción del Colegio Electoral elegirá, con infracción de
la ley, otro individuo, que, con tal de que seajnas servil,
será aceptado y protegido por el Gobierno, *
No es fácil decidir si habrá Gobierno que, elegidos
dos Presidentes, uno por el Club y otro por el pueblo,
tenga fuerza para sostener las pretensiones del Clubelec^
toral, ni pueblo que las aguante. De tan absurdo sistema
podría resultar una elección doble, un cisma -político, co^
mo los muchos que han escandalizado al mundo cristiano
con la elección de dos y tres Papas á uñ tiempo. •
En mi Eepiíbíica la piensa se dirá libre; mas, elegi-
dos por este sistema los Jurados, no serán los Jurados del
pueblo, sino los del Club ó del Gobierno ; y la imprenta,
el pensamiento publicado, será oprímida por ese Club,
autorizado y protegido áú Poder ^é<Jtttivo. El Club se
servirá de la prensa para adular al que mande, y denigrar
y calumniar á los ciudadanos ; y estos, ni el consuelo de
defenderse tendrán, porque todos sus asertos se los harán
criminales. Un jijicio imparcial y moderado sobre un
asunto de interés público, un escríto de costumbres, las
menores observaciones, serán calificadas de sediciosas,
subversivas, injuriosas, &,% y su autor condenado en el
mas alto grado, mientras que la mayor injuria, dirigida
por el Club ó algjín partidario del Gobierno, será ab-
suelta. • .
Abí se gobernará mi Kepiíblica, mientras falte en ella
el espíritu piíblico ; mas, cuando este reviva, como en los
tiempos heroicos de su fundación, todo ese tegido de ab-
surdidades será deshecho como tela de arafía, que de un
escobazo viene al 6uelo con todoá los insectos que en ella
se prendieron, y con la misma araña que en el centro de
la red los estuvo cacando.
' Mientras tanto, mis republicanxDS tendrán mucho que
sufrir por no querer ^escuchar mis advertencias, que^^quie*
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— 9S —
raa^ que so, en en conciencia son jfistas y verdaderas ; y
lo que es mas, libres de exageración; por el címtrario,
mny inferiores á la realidad. Algún dia, mandatarios j
subditos, dés5)otafi y oprimidos, tiranos y víctimas, abn-
rán Jos cgoe, y á la luz dd convencimiento, por la triste
experiencia que Íes haya dejado tanto descarrío político,
bendecirán la manó que les traizó la fisonomía de su Re-
pública, con ra^iOs tan fieles como los que trasmite el
dáguerreotípio. ^itónces no comprenderán cómo, para lle-
gar á un punto tan cercano, lucieron tanto rodeo, andu-
vieron tanto camino y emplearon tantos anos en una sola
jornada. Y yo les diré para entonces :
" Marchabais ciegos, abandonabais el camino recto, os
"desviabais desde el principio de la jornada, yjamasíiu-
^biérais llegado á la meta, si no hubieseis vuelto sobre
" vuestros pasos perdidos. Yo he soportado vuestros sil-
" bidos y malos tratamientos, mas, ved aquí cómo mi lin-
"ternilla/os alumbraba y llamaba sin cesar al buen ca*
*^mimo ; ya estáis en el lugar del descanso, sed felices, de-'
•ajadme en paz y no os acordéis mas de mí^ os lo ruego.*
PODEBES FTTBLICOS.
CAPITULO FIL
Juícía por«htrados, sin moralidad
política» es un abaurdo: vale mas
no tenerlo.
JUBABOS DE IMPRENTA»
Las leyes de imprenta y los Jnrados se han estable-
cido, en los países gobernados constitucional y represen-
tativamente, para reglamentar el pensamiento impreso.
Tanto valdría qnerer reglamentar el mismo pensamiento
manuscrito, hablado y oculto ; j)ero, ¿ qué no reglamen-
tarán los hombres que se creen dioses porque se les eleva
á la categoría de Grobemadores de los pueblos ? Ellos i^
glamentarían de distinto modo el movimiento de los as-
tros, si Dios les hubiera dado tjmto poder.
En los países gobernados despóticamente y con In-
qtdsicion, tales como Koma y Yenecia, no se conoce la
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— 3» —
libertad de imprenta sin oensmu previa ; pero se toleraba
el insolente pasquín. La sátira mas amarga era pegada á
la estatua de Pasquín, y tal vez el mismo autor de una
Eregunta, ofensiva al mas encopetado personage, ponia en
i estatua de Marforio la respuesta.
Oamüa, hemiana de Sisto V, que habia sido lavande-
ra, llegó á ser Princesa: al otro dia apareció Pasquín con
una camisa sucia, y Marforio le preguntó : " ¿por qué te-
nia tan sucia la camisa ? " Pasquín le respondía : " porque
mi lavandera se ha hecho Princesa.". ;rá^
Estas bromas sufrian los Papas de Boma, i otras tan-
tas los Dux de Venecia, sin tanto proclamar la libertad
del pensamiento ; y mas cerca de nuestro tiempo, los Mo-
narcas absolutos de EspáBa y Francia, toleraban publi-
caciones que en nuestras liberales Repúblicas conducirían
á la cárcel á sus autores.
En nd Repiiblica habrá también ley que reglamente
el pensamiento impreso, ley á la cual se le torcerá el sen-
tido, como á todas las demás; y cuando un artículo diga,
por ejemplo : '* el Síndico no puede acusar por injuria,'*
el Síndico calificará arbitrariamente de injurioso un es-
crito y lo acusará, y los Jueces admitirán, contra la ley, la
acusación, y los Fiscales la hallarán conforme á la ley.
Los ciudadanos libres, nombrados por el pueblo para
que, con arreglo á la ley, le garanticen la emisión de sus
ideas, y al mismo tiempo contengan las demasías del anó-
nimo, en vez de cumplir con su misión, condenarán á jui-
<¿o un escrito de utilidad social, que á nadie agravie, y
absolverán en seguida otro que destruya la honra de un
ciudadano, penetrando con su difamación hasta el ultimo
rincón del hogar doméstico.
El Jurado, á los principios de su instalación, Uenaríl
cumplidamente su deber, mas, conociendo el espíritu de
partido hasta dónde puede servirse de esta institución,
formando los Tribunales de imprenta con hombres de su
parcialidad, vendrá á ser el Jurado el instrumento mas
asesino en manos de un partido dominante. Los hombres
de este partido infamarán á mansalva á sus contrarios,
que nunca lograrán descubrir al agresor, parapetado con
la impunidad que le brinden los Jueces, de no declarar,
jamas que hay lugar á formación de causa; mientras que
las quejas, defensas y exposiciones de los del bando con-
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— 40 —
trario, serán calificadas, en primer grado, al arbitrio del
acusador.
En mi Kepiiblica se torcerá, este respecto, a los ex-
tremos de la mipndencia mas descarada ; se hará escán-
dalo del cinismo en burlarse del sentido común del pueblo,
y con esto se logrará desprestigiar la institución, nacerla
odiosa, y que ya solo sirva para descubrir a los escritores
de oposición, á fin de que el Gobierno les siente la mano
(frase técnica) en la primera oportunidad.
Mas como todo enemigo aprende de la táctica de su
contrario, resultará que un jue^o tan sucio de las institu-
ciones sociales acabe por inutilizar los instrumentos, y
que, embotados, no sirvan para nada. Así, abusando del
Jurado para denunciar escritos inocentes, ó insignifican-
tes, cuando llegue el caso de un impreso incendiario, so-
bre el cual el Jurado se eche en cuerpo y alma, en lugar
del verdadero autor se encontrará con un quídam del co-
do á la mano, que ni deletrear sepa el escrito de que re-
sulta autor ; mientras que el autor verdadero se reirá de
ver á los canes ministeriales, hambrientos, roer el hueso
que les ha tirado para que se sacien. Así, los que hacen
burla de las instituciones, son burlados á lo mejor, en cas-
tigo de su mala fe.
Guando el Jurado de imprenta llega al grado de ini-
quidad á que llegará en mi República, la institución ha
caducado ; y, ó se entroniza el pasquín, ó se deja la im-
prenta en su entera y natural hbertad: entre estos dos
extremos, solo cabe el fatigoso medio de usar con temor
la facultad de publicar, que es, por parte del Gobierno,
una tolerancia, y por parte del escritor, una osadía r^es
decir, que se hace lo que se quiere, á riesgo de ser casti-
gado según el humor del amo.
A este estado no se habitúan los hombres que tienen
un corazón y un espíritu elevado, que conocen la digni-
dad de su ser, y que saben que Dios no ha hecho al hona^
bre para ser esclavo del hombre.
tina vez viciados todos los resortes de la democracia
en mi República, se tratará de establecer el sistema mo-
nárquico ; pe7'o la talla de nuestros Reyes salvará la Re--
publica^ como lo dije en otra ocasión.
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— *l —
GASAKTIAS JJtJM VIDUALES.
eAPITPLO Yin.
Sociedad sin garantías» es
fortaleza sin guarnición. ,
El artículo garantías individuales será un risueño cua-
dro de felicidad social, de bienandanza personal. Cual-
quiera que lo lea á 1& distancia, no podrá menos que es-
clamar : ^' Esa Nación ti^ie cuanto ha menester para ser
dichosa! ^^ Y lo seria si, por desgracia, en las Repúblicas
de que he formado mi República, no ftierá todo ima men-
tira. Recorramos estas prometidas y no cumplidas gar
rantifis.
La ley no podrá tener efecto, retroactivo ; j como se
habrá visto mas adelante, el Congreso dictará leyes ex
postfacío^ unipersonales, ó parádeterininados individuos ;
no para premiarlos, sino para castigarlos ; ó para anular
en otros, derechos ya adquiridos; y que no se podrían
perder, según la misma Constitución, sin indemnización
competente.
Nadie nacerá esclavo en la República ; pero el Con-
freso dictará una ley para que sean esclavos los que ya
abian nacido libres, prolongando lá esclavitud de los
que ya tocaban al término de su cautiverio : agregando
otra ley para poder introducir esclavos nuevos en la Re-
pública; á pesar de otra ley anterior que declaraba libre
á todo el qvs pisara su territorio ; y de tratados que pro-
hibían el trato de esclavos : ¡ y no se avergonzarán mis
republicanos de estas monstruosas contradicciones !
Todos podrán comunicar stts pensamientos, de palabra
6 por escrito (mientras se prohibe pensar) y publicarlas
por la prensa sin censura previa; mas será práctica cons-
tante, que al escritor que emita una opinión que desagra-
de al partido dominante, por cualquiera causa, en vez de
discutir con decencia y entera libertad de opinión, la
cuestión general, social, se hará de personas, se injuriará
al autor, sacándole todos sus defectos^ se demmciará su
escrito para descubrirlo y entregarlo á la animadversión
pública, tratándolo peor que al mayor bandido, aunque
opine por una cosa santa y buena, como la paa entre her-
manos ; y no hallando laa penas de la ley suficientes para
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— 4fi —
el castigo qm li«yft mereddo par ton monm delito, ¡ bas-
ta el Diario del Gobierno ! despnes de injuriarlo, pedirá
que se derrame (textual) toda su sangre, hasta la última
gota, para satisfacer la patria irritada, y sus miembros
despedazados, darse de pasto á las aves voraces y á los
perros.
Y la patria irritada, irá por la noche al teatro á oir
<iantar chi dwra vinccj sin pensar mas en el autor, ni en
suB opiniones. Esta garantía debiera formularse así :
La facultad de publicar artículos personales ó de tea*
tro, no tendrá límites; la de discutir los, asuntos de interés
social, tendrá sus riesgos.
La casa de todo ciudadano será un asilo inviolable. Oh !
sí ! excepto cuando se rodee de noche hasta por encima
de los techos y se saque al ciudadano de su inviolable
asilo, para llevarlo á la cárcel, cualquiera que sea su ran^
go y categoría social : en mi República, esta mviolabilidad
solo será violada unas cuantas veces por aflo.
También será inviolable el secreto de las cartas. \ Pues I
En mi República se avergonzaría el Gobierno y su par*
tido de abrir la correspondencia de sus contrarios, después
de quedarse con el miporte de las cartas franqueadas.
¡ Son tan escrupulosos !
En mi República íoíío^ serán iguales ante la ley* Esta
será una bufonada que nadie creerá, pero que todos fin-
girán creer : item mas, habrá fueron.
Todos serán admitidos en los empleos, según sus luces
y virtudes: se entiende, si son del partido ; esta cualidad
suple las luces y las virtudes.
Las contribuciones se repartirán preporcionalmente en
TsA República ; mas esas proporciones no se harán hasta
de a^uí á medio siglo, 'Cuando las luces de la ciencia eco-
nómica hayan penetrado hasta el Palacio de Gobierno.
Entre tanto, se irán pagando cuantas se hallen estableci-
das, al fundarse mi República modelo, y se aumentarán
otabas durante ciertas circunstancias, que no se aboMrán
jamas. ¡ Ay del pueblo que se deja imponer una nueva
contribución ; aunque sea por un mes, para levantar una
muralla, un puente ó componer un cammo ; la muralla se
estará cayendo de vieja, después de un siglo, el pueiite
no se habrá tal vez hecho, el camino estará intransitable,
y la eontríbueioa B6 habrá aumentado al doble \
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ÍJH, Oonatítacioñ de mi Bepáblica no reéonocetá /?n-
vilegios hereditarios ; pero se obtendrán títidos de noble-
za extrangera, por mis republicanos, y se solicitará y con-
seguirá no perder la ciudadanía por esto.
Las cárceles serán lugares de seguridad, no de castigo,
y toda sei)eridad inútil será prohibida. Un mes, un año de
prisión para un padre de familia, no será eastigo ; y sal-
drá al cabo de este tiempo mipena^ ni indemnización por
el equívoco que lo condujo aUí ; que bastaba un dia, una
bora para hacerle un grave mal a su reputación y abatir
su espíritu. No será tampoco severidad inútil^ doblarle á
un reo, sobre caliente, en las canillas, una platina de hie-
rro de seis pulgadas de ancho y mas de media pulgada
de grueso, y en este estado hacerlo atravesar las calles,
de la policía á la cárcel, á razón de una cuadra por hora,.
Este y otros tormentos no serán en mi Repiiblica seve-
ridades demasiado severas.
Todo ciudadano tendrá derecho á conservar su buena
reputación» mientras no se le declare delincuente conforme
á las leyes ; ó se le infame impunemente por la prensa^
bajo el anónimo, ó en un documento oficiol^ como im Mea*
sage en el que desciwda un. Ministro á calumniar á los
ciudadanos mas caracterizados, acusándolos de traidores
á k patria ; sin presentar pruebas^ ni exijírselas.
Será inviolable el derecho de propiedad : ah ! Un de^
recho adquirido en mi República, por una ley del Con-
greso, será destruido, sin causa, por otra ley ; y mngun
ciudadaiK) podrá saber hasta cuándo» puede contar con uu
derecho adquirido. (Sobran ejemplos.)
Será libre iodo género dfs trabqfo, industria ó comer^^
do, si no se opone á las costumbres públicas, á la seguridad
6 salubridad de los ciudadanos. Con arreglo á esta garan^
tta^ si viniere una compañía de aguadores á ofrecer al ve-
cindario el agua con mas comodidad y á menos precio^
no se le permitirá ejercer esa industria, porque conven-
drá al Gobierno, según las ideas del Ministro influyente,
protege el gremio de aguadores, que cuenta con 300 roK
bustos negros, de cuchillo y garrote, con los que, en caso»
necesario, se puede mantener el orden piiblioo, A.* Y
tuia población de <áen nnl habitantes se verá perjudicada
por la proteoóion acordada á 300 individuos. Excepto eii
este caso y en otros aaálogo^f, ¡la industria es libre 1
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^ 44 —
Él derecho de petición^ que én todas partes sérti per-
mitido colectivamente con un fin, en mi República que-
dará reducido á ser unipersonal. Diez mil vecinos de una
población, que tengan que pedir al Gobierno supremo el
cambio de un Juez, de un Síndico 6 de un Grobemador
maluco, tendrán que hacer diez mil representaciones en
diez mil pliegos de papel sellado de á dos reales por lo
menos: así entenderán mis republicanos el Gobierno re-
presentativo popular ¡ y estarán mui conformes !
La Constitución garantizará la deuda pública: y des-
pués de haber reconocido una parte, tal vez la mas injus-
ta, finjida, falsificada y decuplada, se negará el reconoci-
miento de créditos legítimos contra el Estado; porque
una Compañía de sugetos mui honrados, que consolidaron
veinte á treinta millones, no habrá realizado todavía sus
tan legalmente adquiridas fortunas. Entre tanto, familias
en otro tiempo opiJentas, yacerán después de treinta anos
en la miseria, esperando á que se les abra de nuevo las
puertas de los Tribunales que han de hacer efectivcis sus
derechos: Con todo; en mi República, la lei será igual
para todos, ya premie, ya castigue^ \ Qué igualdad !
Será garantida la instrucción pública, y se gastarán
centenares de miles de pesos sin provecho, por falta de
método, por no haber tenido escuela los maestros que po-
nen escuelas.
Ningún ciudadano estará obligado á hacer lo que no
manda la lei^ ni impedido de hacer lo que ella no prohiba:
salvo las sutiles distinciones que establezcan los mandata-
rios para perseguir á los que tomen demasiado al pié de
la letra este artículo^ constitucional. Si no faera porque
mi República está destinada*á servir de modelo, en la
que han de aprender á gobernarse todas las Repúblicas
del continente, habidas y por haber, con solo el anterior
artículo podrían satisfacerse todas las exijencias sociales ;
mas yo, coino legislador omniscio, superabundante y mi-
nucioso, no he querido limitarme á la única regla que, á
fuerza de estudiarla, hubiera llegado á ser aprendida y
comprendida del pueblo ; y entonces, point de despotisme.
Sigo con las garantías, qué ya se acaban.
Todo ciudadano podrá reclamar ante el Congreso 6
Poder Ejecutivo las infracciones de la Constitución : reser^
vándóse estos dos poderes Jasóla prorogativa de no hacer
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caao de las representaciones de todo eiudtxdano^ y darles lo
que en lenguage de covachuela se llama carpetazo.
Ningún cuerpo armado podrá hacer redutamientos^ ni
exijir clase alguna de amilio, sino por medio de las autori"
dades legales; pero este artículo no rezará con la^ partir
dafi de soldados que los Jefes de cuerpo manden por las
calles á reoojcr de noche loa vecmos de la polplaoion que
tengan tr,aza 6 predestiriadQn militar. " .
Por el goce supuesto de tan preciosos derechos polí-
ticos y civiles, adquiridos por la Constitución^ se obligará
á los ciudádanOiS al sosten^, con las armas y sus bienes^ de
la sociedad que se los acuerda: se entiéndB,. en; teoría. Si
los derechos faltan, los deberes siempre subsisten: del de-
ber ningún ciudadano se escapa, ^ el derecho, es otra cosa-
Todas estas garantías, tai cual laa dejó apuntadas, se
han hecho .efectivas, y si se omiten los ejemplos (de lo
qñe otros Uamarian infracciones y yo tengo por una con-
secuencia muy lógica del sistema que se sigue) es por ho
dar mas extensión á este escrito, y porque no son nece-
sarios, siendo tan notorios. ¿En dónde no habrá percan-
ces constitucionales ? . . ' ' .
A ñias de estas garantías, que serán constitucionales,
habrá otras leyes protectoras de la seguridad personal.
XJna, por. ejemplo, que prohiba desterrar á ningún ciu-
dadano sin sentencia de Tribunal competente, que con
arreglo á las leyes lo condene á esa pena: declarando pp-
ratas á los que por mar los llevasen, y bandidos famosos
á los que por tierra los sacasen del territorio da la Repú-
blica ; perdiendo sus empleos y derechos de ciudadanía
todos los que ordenaren el destierro, ó intervinieren en
él. Esta ley del Congreso, mandada fijar en^todaslas Ca-
pitanías de puerto, ejecutar y publicar eñ todos los disr
rios por el Gobierno, no impedirá que el Gobierno des-
tierre á los ciudadanos, sin juicio, sin tomarles una decla-
ración, sin oírles un descargo, y lo que es mas, sin poder-
les probar que hayan delinquido en algo : y cuando el
Gobierno dé parte al Congreso, un Ministro^ en un beUo
Mensage, calumniará á sus conciudadanos, aeusáidolbs de
traidores, para cohonestar la conducta del Presidente de
la Repiibhca, y entablará nuevas acusaciones contra los
desterrados, que no se probarán,.ni se mandará averiguar,
declarando el Congreso, por medio dé una ley de indem-
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— 46 —
ntdad y olvido^ qñe en mn^un tiempo sirva de cdirgo al
Ejecutivo aquella trasgresion de la ley, que vuelvan los
desterrados, y que nadie hable mas del asunto ; con lo
que se levantará la sesión, después de prolongados aplau-
sos. ¡ Qué republicanos I
La VIDA, ese precioso don de Dios, será tapibien muy
garantida por la Constitución y las leyes ; y á mas de los
asesinatos judiciales, de los patíbulos políticos, que Go-
biernos, titulándose humanos y liberales,levantarán, cuan-
do un agente de policía salga á caza de bandidos en el
campo, y tome seis honrados labriegos, entre ellos propie-
tarios, padres- de familia con sus hijos, y los fusile uno por
uno, y después en sus mismas cabalgaduras los cargue
como reses que se llevan al mercado, no solo no se le le-
vantará sumario para averiguar el hecho, sino que se le
dará de mano para sustraeno del alcance de la justicia,
que lo perseguirá al otro dia que se descubra que los in-
felices que él expuso por salteadores eran ciudadanos hon-
rados y pacíficos. Las familias de esos desgraciados que-
darán sin indemnización (si cabe): el asesino impune, la
sociedad horrorizada ; y otros agentes de policía autori-
zados para seguir cometiendo el mismo crimen. Los dia-
rios publicara esos hechos, y el Gobierno se hará sordo.
Los pacíficos vecinos, así asesinados, pasarán por saltea-
dores, y sus desgraciadas familias tendrán ese aumento de
amargura á la pena de perder su apoyo.
Aquí, confieso, peligra la verdad ; pero ¿ quién osará
desmentirme, cuando la notoriedad de los hedios estará
palpitante?
BESUUEN Y CONCLUSIÓN.
Ved áki mí mundo, tal
eoáia lo habéis -heého.
En mi República, entre imae docena de militaires fie*
les y valientes vencedores, se ascenderá al que hubiere
traicionado sus banderas, pasándose al enemigo de la in-
dependencia nacional, al que hubiere corrido ma», y al
vencido sobre el vencedor : después de k) cual, se qu^rá
tener militares fieles y valientes, qne se sacrifiquen por
el honor y las glorias de la Repiíblioa.
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— él —
En mi Bepública se protegerá de todtís modos ai em-
pleado que haya sabido liacer con el empleo tm inmenso •
caudal, y se mirará en menos al pobre que solo se ha ate-
nido á su sueldo : después de lo cual, aspirará á tener em-
pleados próbidos.
En mi Repiiblioa nadie será responsable de su con-
ducta como magistrado, y el Ejecutivo se hará sordo á
las mas graves acusaciones de sus subordinados, á los ge-
ipidos de los particulares y de los pueblos : después de lo
cual, se titidará el Gobierno paternal de la Repiíblica.
En mi República se perdonej^á mas bien sd criminal
que al descubridor del crímeu: aquel será un infeliz pe-
cador, para qpien nunca faltará disculpa; pero este, un
malvado, perseguidor de la desgracia, digno del mayor
suplicio: en una palabra, el criminal no será el que co-
meta el crimen, sino el que lo denuncie al público.
En mi República habrá dos principios :
EL HECHO Y EL DEBEOHO.
Se gobernará de hecho, y se aplicará al subdito el de-
recho que el Gobierno tiene de castigarlo por haberlo in-
vocado en sus cuitas: nadie tiene razón de invocar el de-
recho á su favor, excepto el Gobierno y sus partidarios.
Esto es muy racional.
Habrá también Deberes y Derechos. Los deberes se-
rán del ciudadano, los derechos del que manda: lo que
li^a al subdito, desliga al mandatario. "La Constitución,
dice el Gobierno, me da el derecho de mandar ; -la Cons-
titución, dice el ciudadano, os impone el deber de mandar
con arreglo á ella : ^* este lenguage será castigado por sub-
versivo y contrario al orden constitucional. ¡ Ay de aquel
por quien viniere el escándalo! En este caso se halla el
autor de este infernal escrito ; no porque él cause el es-
cándalo, sino porque se escandaliza y hace público el es-
cándalo ; y como en todas partes hai hombres bienaven-
turados^ que viven conformes con todos los sistemas y con
todos los gobiernos, confesando que son malos, pero ha-
llando siempre que podrian ser peores, estos tales dirán
de mí que soi un malvado, para quien ningún Gobierno
hay bueno: para ellos, todos los pasados han sido malog,
el presente solo es bueno ó regular ; son como los gloto-
nes: la mejor comida es la q\ie está por delante. ¡ Qué
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— 48 —
hombres taa felices ! Sirven á todos los Ghobiemos, inal-
dieiendo de los pasados y alabando al presente : su ser-
vieialidad, ó su espíritu de servidumbre los tace acomo-
darse al humor de toda clase de amos- ¡ Perritos de todas
bodas, de todas sacan tajada ! < •
Habrá en mi República guerras intestinas, entre ejér-
citos de cincuenta y sesenta nombres, compuestos de di-
visiones de seis, ocho y doce soldados, y los jefes que en
ellas combatan, se llev^^rán veinte años ponderando sus
hazañas, y al historiador lo desafiarán á un duelp á muer-
te por el menor equívoco en tan interesantes maniobras.
El menor tiroteo se llamará batalla, y se recomendará, no
solo á los jefes, oficiales y soldados, sino al cirujano^ ca-
peUají y vivandero ; al Alcalde,, Juez de paz y Gobernar
dor del lugar ; al Cura, sacristán, aina de llaves y cocine-
ra: todos los cuales, habrán merecido bien de la patria.
Mi República se ingerirá en la política de todo el con-
tinente, y sus Presidentes tendrán la pretensión de cam-
biar los Gobiernos de los otros Estados, para foimar con
los nuevos que establezcan ima poMtica compacta^ uni-
forme y conservadora del orden, que ellos han querido
establecer. Para esto se lanzarán espediciones piráticas,
que fracasarán á la puerta del vetiino: se fomentará á- los
emigrados para que lleven la guerra civil á su país ; y se
seguirá protestando amistad y buena inteligencia con las
Naciones circunvecinas ; teniéndose esta política por muy
sagaz y profunda. Los caciques de las tribus salvajes se
tacen la guerra unos á otros, ó por robarse ó por vengar-
se ; nuestros Presidentes los inutarán, ó para influir en la
política de la casa ajena, ó para satisfacer la venganza
1)or derrotas que se habrán procurado, ó por engrandecer
os límites de su poder. Los caciques no conquistan te-
rrenos, pillan, se vengan y vuelven á sus aduares ; los
Presidentes querrán ser hasta conquistadores, y lanzarán
una Nación para que domine á la otra. ¿ Cuáles serán ma»
salvajes? Se me dirá que eso mismo hacen los Jefes de
las Naciones civilizadas de Europa: sí, los Jefes salvajes,
las Naciones que ceden á los instintos salvajes. La guerra
solo es legítima cuando se rechaza una agresión estraña,
en defensa de la independencia de la patria; pero guerras
de conquista, guerras de pura ambición, ó por vanagloria,
son injustificables de todgf punto. Mi República, por
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— 4» —
desgracia, sostendrá editas guerras, que ledejái'áá "bien
amarga experieacia. Cada agravio pedirá un desagravio ;
el pundonor excitará la venganza, los tristes triunfos se
harán resonar, y nd Repiíblica imitará las tribus de sal-
vajes de la América.
Marcharán ejércitos nadotíales, que sufran derrotas
vergonzosas, no por falta de valor, sino por falta de unión
y patriotismo. E^te espíritu de desunión vendrá de muy
arriba. Los Presidentes de mi República mandarán ejér-
citos al sur y norte, de cuyos Q-enerales siempre se descon-
fiará. Por una parte, el honor nacional demandará un
triunfo al ejército ; por otra, este triunfo podrá dar tal
prestigio al General en jefe que se alce con el santo y la
limosna, y se proclame después de la victoria, Supremo de
la Nación. Para obviar este grave inconveniente, el Go-
bierno tratará á todo trance con el enemigo, hará que sei
defeccione una división y mandará disolver el ejército ;
mas, el General en jefe achsará al Presidente de la Repií-
blica de atonía^ lo declarará amenté^ y nombrará otro Jefe
del Estado, que, apoyado en sus^ bayonetas, establezca
un Gobierno de tres meses, derribado á su turno por otro
insubordinado, que durará un año, y será sustituido por
otro que mandará un mes, &.% &.* (Véase la historia de
las guerras civiles, cuando se escriba.) Por lo visto, siem-
pre se sobrepondrá en mi República el interés personal
6 de facción al interés nacional.
En mi República, donde las inteligencias comienzan
á desarrollarse á los diez y seis años, se exigirán 40 y 30
años, por lo menos, para desempeñar un cargo público.
Así los viejos solos podrán ser Senadores, Ministros &.%
y los jóvenes que nada pueden ser, les escribirán sus me-
morias, dictámenes, decretos y proposiciones, que ellos fir-
marán y presentarán como fruto de sus lucubraciones.
Mi República aparecerá, por Éa Constitución, la mas
mezquina del continente p&ra conceder derechos políticos
á los extrangeros, y sin embargo, será la que haga mas
inútiles esfuerzos por acarrearse una inmigración forzada
y ruin : y al paso que niegue los derechos políticos de
ciudadano al extraño, será aquella en la que menos em-
peño hagan estos por conseguirlos, viendo cuan poco apro-,
vechan á los naturales.
Enná República será la diplomacia una especulación
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— 50 —
de partido. Los partíditrios de una candidatura en cierne,
estipularán ciertas plenipotencias que tengan por objeto
arreglar las deudas del Estado en el exterior, y los mas
flacos servicios que le hagan á mi República, serán re-
compensados con una pronision de que no habrá ejem-
plo ni en las monarquías mas opulentas. De este modo se
hará la fortuna de los enemigos mas acérrimos de la Re-
pública, que irán en el extenor á estipular su deshonra,
sacrificando el honor y la conveniencia nacional á la con-
veniencia privada del negociador.
Esto será mui conforme al espíritu que domine en mi
República á los 30 años de su fundación.
En mi República, ¡ qué jarana ! habrá Ministros pro-
pietarios, ausentes de la República ; Ministros en comi-
sión, tal vez tras de un hombre prófogo, 6 para conducir
un centenar de reclutas ; Ministros interinos ; Ministros
suplentes de los interinos ; Ministros generales qué entien-
dan de todo, y Generales Ministros que nada sepan, pero
que todo lo despachen con la mayor facilidad ; y todo esto
cabrá en el orden legal, constituciox^al de las épocas nor-
males de mi gran República.
Un Ministro en comisión á cien leguas del Gobierno,
como no dejará de ser Ministro por eso, ordenará y dará
sus órdenes de este modo, por ejemplo :
^^ República Singular-Ministerio de Guerra y Marina..
Caí, enero 7 de 1864.
Al Sr. Contrar- Almirante de la escuadra.
Zarpe US. con la mayor brevedad para el puerto
tal, á llevar esta noticia.
Dios guarde á US. — Fulano de TaV*
Y el Contra-Almirante, que también creerá que allí
■ donde está el Ministro está una parte del Gobierno, obe-
decerá sin réplica : bien que el rresidente estará angus-
tiado. ¿Y no habrá otro Ministro de Guerra y Marina en
la capital ? Sí ; mas este se quedará con* la boca abierta y
sin entender este modo de gobernar, hasta que lo manden
á su casa, como á Ministro mterino, cuyas funciones cesan
desde que se presenta el propietario, ó resuella por otra
parte.
No se extrañe, pues, que mi República tenga un Mi-
nistro de Estado, parte integrante del Poder Ejecutivo,
en Londres, otro en Mandes y otro en Aragón.
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— 61 —
He dicho ya en el exordio, que mi República será
una Repiiblica sui ge?ieris^ ahora añado que será:
XmA EEPÚBUOA DíDEFENIBLE.
Una Repiíblica destinada al estudio de la República,
como se destinan cadáveres al estudio de la anatomía.
Mi República no podrá ser el patrimonio de ninguna
persona ó famüia; pero cada Presidente de ella hará di-
nastía de toda su familia, y hasta de sus sirvientes, y se
verá surgir esta dinastía en todos los destinos de la Repú-
blica, de que dispondrá el Presidente, amen de otros ne-
gocios. Así, pues, ya que mi República no pueda ser
el patrimonio de una persona ó familia, lo será de cuan-
tas personas y familias alcancen la süla presidencial, y
por una persona y familia dueño de la República, har
brá muchas familias y personas, todos parientes del Es-
tado, como dijo otro.
La oposición á este orden de cosas, estará en mi Re-
J)ública como el San Miguel de los Desamparados, * con
a espada levantada y sin camisa.
En mi República, ¡ oh vergüenza ! tendrán los ciudar
danos mas esclarecidos que asilarse á las casas de los agen-
tes extrangeros ; ó porque las suyas están sujetas á ser
allanadas, ó porque el Gobierno les niega la protección
de las leyes, y quiere átropellarlos invocando las circuns*
tanciaSy palabra elástica que autoriza para todo. Los ciu-
dadanos de una Nación independiente, desterrados ó asi-
lados en casas extrangeras, son un furioso argumento con-
tra la bondad del Gobierno. Ningún inglés, ningún yan-
tee se vé en ese estado : no hai mas que los malos Gobier-
nos que destierren sin juicio y priven del amparo de las
leyes á sus subditos.
En esta mi República de Repúblicas, éphribvs vnvtn^
¿será mas feliz el que manda que el que obedece ? Exar
minemos.
El subdito vivirá en un malestar continuo, sin garan-
tías de ninguna especie, infringidas todas las que la Cons-
titución le acuerda, sin saber á qué atenerse, invocando
en vano la ley, viendo que los crímenes y atentados al ho-
nor, á la propiedad, á la seguridad personal, y hasta con-
tra la vidía, quedan sin castigo ; y en este cúmulo de mi-
* tJna capillA.
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— 52-r-
serias, ^nYidiará en su propio país la suerte de los ex-
trangeros, que siquiera tienen agentes que les hagan res-
petar sus derechos de hombre y ciudadano-; y en fin,
sobre las cabezas de mis republicanos pesará una atmós-
fera de plomo, que los tehdrá siempre agobiados. •
El mandatario verá conspiradores en todos los que no
sean sus partidarios, en todos los que no se armen
para defenderlo cuando alguno se subleve contra él ;
y aun cuando no haya revueltas, soñará con ellas,
pagará espías que se las multipliquen, porque de esto vi-
ven los espías, tendrá á cada rato denuncios de que se
atenta á su vida, y cual otro Pygmaüon, no sabrá dónde
dormir seguro cada noche : por aquí habrá una sociedad
secreta que conspira, por allí un grupo armado de pufiar
les, acá una emboscada, acullá un asesino, en el teatro una
preparación, que le obligará á ponerse en ridículo, rodeán-
dose de batallones hasta por los techos, de los que le de-
jarán caer una lluvia de pasquines insolentes, porque
habrá ahogado la libertad de imprenta, y el pueblo ne-
cesita desahogarse de cualquier modo. El espectáculo
para él será un suplicio, mientras que el piíblico que allí
concurre, estará mas por una nota aguda de la bdla can-
tatriz, que por el mas grave asunto político; sin embargo,
no dejará de estar con miedo, al verse rodeado de bayo-
netas armadas. En fin, el mandatario, hasta debajo de la
cama en que duerma, creerá que hay una mina pro^tk á
hacerlo volar, y esto le hará ordenar el registro de los si-
. tíos que vio en sueños, para aumentar su ridicula posición.
Semejante situación producirá un malestar continuo,
que hará penosa la existencia. Un ciudadano que no quie-
re, no puede ó no tiene por qué ser partidiario decidido
de la presente Administración, no tendrá hora segura ;
pues si por desgracia es amigo de algún personage de quien
se diga que conspira, ó en favor de quien se haya hecho
algún pronunciamiento en una provincia distante, de se-
guro se le tiene por sospechoso, se le supone en los planes
de conspiración, aunque jamas haya entrado en ninguna
revuelta, s^ le aprisiona, confina, destierra ó fusila en me-
dio de la plaza, juzgado por un Consejo de Guerra (que
la Constitución prohibe como Tribunal especial) que si lo
absuelve recibe orden de condenarlo, so pena de ser fusi-
lados' los Vocales, (hay mas de un hecho históriqo) y ter-
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— 53r-
mina una existencia penosa, casi parecida á la de nn cau-
tivo en Berbería ; y todo esto, por no querer los gober-
nantes de mi Eepiíblica gobernar con arreglo á la ley, á
la justicia, á la razón y á la conveniencia pública; por no
saber ser, en fin. Jefes de Nación, sino Jefes de facción.
i Qué ley, por dura que fuese, no seria preferible á
este desorden gubernativo que, con el corazón llagado,
dejo trazado ? i Qué organización social resistirá al régi-
men arbitrario ?
Donde la ley no impera^ la sociedad se desorganiza.
^^^^-^^ ^^^¡^í^^t^Lf^^Of,
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